Por un lado, el estilo moderno se ha hecho famoso por sus líneas limpias y su simplicidad. Evoca la elegancia y la ligereza de la vida urbana contemporánea. Por otro lado, el estilo industrial, que nació de la reutilización de antiguas fábricas, aporta una estética cruda y robusta. Es un interiorismo que celebra la belleza de lo imperfecto e inacabado.
Explora sus diferencias y similitudes para elegir el que más se adecúe a tus preferencias decorativas. Y por qué no, tal vez combinarlos en una sola estancia. Spoiler: sí que es posible, sigue leyendo para descubrir cómo unir estos estilos tan auténticos.
Revisemos un poquito de la historia del estilo moderno. Esta escuela de interiorismo surge a mediados del siglo XX, inspirado por el modernismo y el movimiento Bauhaus. Es un estilo que valora la simplicidad y la claridad. Por ende, busca crear espacios que sean visualmente agradables y prácticos.
En un interiorismo moderno predominan las formas geométricas y las líneas rectas. Se evitan las curvas y los detalles ornamentales. Respecto a la orientación cromática, es un diseño que privilegia el uso de tonos nuestros: reinan el beige, el blanco y tonalidades suaves de grises. Colores que pueden complementarse con toques más vivos en accesorios y adornos decorativos.
Los materiales que se utilizan también son neutros y sencillos. Es habitual ver decoraciones modernas que utilizan mesas de vidrio, estructuras de metal y superficies de madera. Los muebles suelen tener acabados lacados o pulidos que aportan brillo a las habitaciones.
Por último, ten en cuenta que es un diseño que gusta de espacios abiertos como los comedores con cocina integrada o los dormitorios con baño incluido. El objetivo es permitir la circulación fluida de las personas y la interconexión de diferentes áreas de la casa.
El estilo industrial tiene sus raíces en la reutilización de antiguas fábricas y almacenes. Surgió en Nueva York a mediados del siglo XX, cuando jóvenes artistas y profesionales dieron nueva vida a estos grandes espacios abiertos. Eran edificaciones de estructuras robustas, con vigas y columnas expuestas. De hecho, el diseño industrial se caracteriza por aprovechar estos elementos para generar un espacio brutalista y llamativo.
Para decorar con un estilo industrial, asegúrate de distribuir diversos toques de color en la habitación. Idealmente, deben ser acentos oscuros sobre bases neutras. Predominan colores grises, negros, marrones, burdeos y verdes oscuros. El blanco se utiliza con moderación, solo para iluminar espacios específicos.
Materiales como el hierro, acero, ladrillo y hormigón, suelen exponerse en las estructuras de las estancias. Los verás en ventanales o paredes donde muestran su aspecto crudo e imperfecto. En cuanto a los muebles industriales, suelen ser grandes, pesados y sólidos. Las combinaciones de madera y metal, con acabados rústicos y desgastados, son habituales.
La verdad es que el diseño moderno y el industrial tienen más puntos en común que diferencias. Sin embargo, queremos contarte cuáles son esos rasgos que distinguen a cada uno. Por ejemplo, respecto a los materiales utilizados, el estilo moderno usa versiones pulidas y acabados más lisos. En contraste, el estilo industrial prioriza materiales en su estado más natural y crudo.
En cuanto a colores, los interiorismos modernos crean ambientes claros sobre la base de colores neutros. Los salones o dormitorios industriales prefieren tonos más oscuros y terrosos.
Los ambientes que genera cada estilo también son distintos. En el diseño moderno, los espacios son minimalistas y de líneas limpias. Buscan una estética ordenada y pulcra. Por su parte, el estilo industrial se caracteriza por muebles sólidos y voluminosos con aspecto desgastado. Al igual que el estilo moderno, el industrial favorece las estancias abiertas. Sin embargo, en su caso son espacios diáfanos con una estética más áspera y funcional.
Combinar estos dos estilos aparentemente opuestos es más real de lo que piensas. Este diseño híbrido es perfecto para aprovechar lo mejor de ambos mundos. Para conseguirlo, usa los acabados pulidos del estilo moderno con los materiales crudos del industrial. Por ejemplo, una mesa de comedor con una base de metal y un tablero de madera lacada.
Para pintar las habitaciones, utiliza la típica base neutra propia del estilo moderno. Luego, añade acentos oscuros y texturas industriales. En el mobiliario, mezcla piezas minimalistas con grandes mesas o estanterías industriales.
Como ves, el estilo industrial moderno crea ambientes serenos, pero también con mucho carácter. Ambos diseños se enriquecen mutuamente para crear espacios vanguardistas y auténticos.