La distribución de este espacio diáfano dependerá de cuántos seáis en casa y de vuestro modo de vivir. Sin embargo, hay 5 aspectos que son (necesariamente) aplicables a todos los casos y que, con toda seguridad, van a ayudarte a convertirlo en una vivienda bien zonificada, cómoda, ordenada y bonita en la cada mueble y elemento deco ocupe exactamente el lugar oportuno. ¡Vamos a por ellas!
Colocar el mismo suelo en toda la vivienda es el primero de esos imprescindibles de los que hablábamos aquí arriba. Los cambios de pavimento empequeñecen visualmente el espacio e impiden conseguir la sensación de continuidad que ofrece, de por sí, una estancia diseñada según los preceptos del open concept.
Por contra, un suelo contínuo sin juntas -como el parquet, el microcemento o el vinílico en rollo- favorece la sensación de amplitud haciendo que el espacio parezca más grande.Si lo que te gusta es el gres, opta por un diseño rectificado para disminuir el efecto de corte que generan las juntas de las piezas tradicionales. ¡Por cierto! Respeta esta regla en las estancias que sí están cerradas como, por ejemplo, los baños.
Los espacios abiertos son, por definición, espacios multifuncionales. Siendo así, es muy importante que delimites el espacio dedicado a realizar cada una de las actividades de tu vida diaria para mantener el orden visual. Así es que, toma papel y lápiz, haz una lista de esas actividades y luego piensa en qué muebles y equipamiento necesitas para realizarlas y cuánto espacio ocupan. Pregúntate, por ejemplo: ¿te gusta tumbarte en el sofá a ver una serie o prefieres sentarte en un rinconcito a leer? ¿Meditas en casa y necesitas un lugar fijo en donde colocar un zafu y un pequeño altar? ¿Cenas en la mesa de comedor o prefieres hacerlo en el office o usar la mesita de centro?
Una vez hayas revisado tus rutinas, analiza el espacio del que dispones y crea áreas diferenciadas para cada uso. Lo más importante es que una zona no invada la otra y que haya espacios vacíos entre ellas -a modo de pasillos- para poder moverte cómodamente por casa. No coloques nada que pueda estorbar el paso, los accesos o que te impida llegar hasta los balcones o ventanas.
¿Tienes un pilar en medio del salón? Dejará de ser un problema si le sacas partido. Así es que, en adelante, mírate los pilares, columnas y recovecos con otros ojos porque vas a convertirlos en la excusa perfecta para permitirte un mini-rincón de trabajo, una librería a medida o una zona de relax. Sé creativa y aprovecha todos los centímetros!
En las estancias abiertas es vital mantener a raya el ruido visual. Ver, de un solo golpe de vista, toooodo lo que tienes en casa puede generar cierta sensación de desorden. Por eso, una vez zonificada la vivienda, es importante que encuentres un método con el que mantener el orden y, a la vez, eliminar el ruido visual que generan las cosas que están fuera de su sitio o que dejamos sobre las superficies (muebles, barras de cocina, etc.).
Para ello, quédate con lo necesario y no sobrecargues los espacios: no olvides que todo lo que tienes en casa debe tener un valor para ti, aún más cuando los objetos están a la vista.
Una de las ventajas de los espacios abiertos es que facilitan que la luz se cuele por todos los rincones de la casa. Sin embargo, es importante que refuerces con iluminación artificial aquellas zonas en las que se realice una tarea concreta (la zona de cocción en la cocina, la mesa de comedor, la mesa de trabajo…) o que queden en penumbra.
Además de permitirte trabajar más cómodamente, hacerlo va a ayudarte a reforzar la sensación de zona en todas las áreas que has definido en el punto 2. Fíjate como, por ejemplo, la lámpara suspendida sobre la mesa de comedor determina el lugar exacto en que esta se encuentra y delimita el área de comedor. Observa los espacios cuando baje la luz solar y piensa en cómo debes iluminar cada área para conseguir las sensaciones apropiadas a tu manera de estar en cada una de ellas.