Para empezar, sus orígenes son muy diferentes. Algo que condiciona las características específicas de cada estilo.
Es un estilo surgido de las casas de campo del siglo pasado. Un estilo traído también a las ciudades que se caracteriza por ese contacto con lo natural, donde la madera es la protagonista.
Las casas con un diseño rústico son hogares con un aire campestre, con muebles de madera maciza, casi sin tratar, que también suelen estar muy ornamentados y con herrajes y tiradores de metal. Un mobiliario que suele estar acompañado de elementos decorativos como macetas de terracota, jarrones de barro, accesorios de hierro forjado o recuerdos familiares. No descartes incorporar alguna pieza de anticuario. A este estilo le encantan las cosas antiguas.
Por supuesto, en un hogar rústico no deben faltar las plantas. Ese contacto con la naturaleza que tanto le gusta, además de estar acompañado de mucha madera y de fibras naturales, también quiere naturaleza viva.
Los colores usados en este estilo se centran en los tonos beige, como base, y en todas sus tonalidades cromáticas como colores secundarios, como el mostaza, el ocre o el terracota, por ejemplo. Aunque tampoco faltan otros tonos que forman parte de la naturaleza como los verdes o los azules.
Respecto a los textiles, es un estilo al que le gustan los estampados florales. Unos estampados que también es fácil que aparezcan en papeles pintados, resaltando alguna de las paredes.
Por supuesto, debe haber plaids y mantas en los sofás para ayudar a conseguir el ambiente cálido del que se alimenta ese estilo. También alfombras. Y si a la combinación tienes la posibilidad de añadirle una chimenea, el estilo rústico será de diez.
Sin embargo, el estilo colonial, aunque con similitudes muy parecidas al rústico, no surge del campo. Es un estilo que nace en las colonias que los países europeos tenían a lo largo del planeta en el siglo XIX. Sobre todo, en Asia y África. El uso de maderas de esos países exóticos para crear, de forma artesanal, muebles de estilo clásico que les recordaran sus hogares de Europa, dio como resultado un nuevo estilo decorativo.
Sus muebles son regios y pesados, de grandes dimensiones, con ornamentaciones y tallas que recuerdan a sus países de origen y fabricados con maderas surgidas de esas colonias asiáticas y africanas, como la caoba o la teca. Maderas de tonos más oscuros que, a diferencia del estilo rústico, que son más naturales, aquí son barnizadas o tratadas para darles un aspecto más elegante.
En este estilo no faltan los biombos, los baúles, las mecedoras…. De materiales como el mimbre, el bambú o el ratán. Todo para crear ambientes relajados y tranquilos, donde los textiles también son naturales, como el lino o el algodón, que además aporten frescura. Algo muy necesario en los países tropicales donde se encontraban las colonias europeas.
Respecto a los colores preferidos del estilo colonial, son algo más llamativos que los usados en el estilo rústico. Los tonos neutros también están presentes, pero también tienen cabida los rojos, terracotas o los tonos más oscuros. El papel pintado también es bienvenido al estilo colonial, solo que con motivos clásicos, en lugar de florales como en el estilo rústico.
Al nacer en estos países asiáticos o africanos, los elementos decorativos procedentes de esos países también están presentes. Por eso no es difícil encontrar desde los biombos japoneses, hasta las máscaras tribales africanas.
Y, al igual que en el estilo rústico, la presencia de plantas es un imprescindible. Aunque en el caso del colonial estas plantas sean más exóticas, por la procedencia de sus orígenes.