Todos tenemos nuestras primeras veces. Es normal que si estás empezando en el mundo de la decoración o quieres reformar el estilo de tu hogar, caigas en estas pequeñas trampas. Pero no entres en pánico: son errores comunes que tienen solución. Y antes de empezar a comprar o a diseñar, ahórrate el esfuerzo y lee con atención estas pequeñas equivocaciones que querrás evitar.
Primerísimo error y mucho más habitual de lo que piensas. En el interiorismo le tenemos mucho respeto a la iluminación: elegirla bien o mal hará que un espacio se sienta acogedor o que se perciba más frío que casa del terror.
No confíes exclusivamente en la iluminación general del techo. Si se lo dejas todo a esa tremenda lámpara colgante que tienes, crearás un ambiente impersonal. La solución es sencilla: incorpora diferentes fuentes de luz. Las lámparas de pie, de mesa y las luces direccionales no solo añaden calidez, sino que también te permiten controlar el ambiente y la graduación de luz en todas las capas del diseño final.
La gente suele empujar todos los muebles contra las paredes para maximizar el espacio. Sin embargo, esto puede dar como resultado una disposición desequilibrada y poco acogedora.
En su lugar, considera flotar algunos muebles. Metafóricamente hablando, claro. No es que vayan a levitar en modo zen dándose golpes por toda tu casa. Ubica el sofá a centímetros de la pared o usa una alfombra para delimitar el área de entretenimiento. Darle “aire” a las zonas ayuda a crear un ambiente con áreas separadas, pero íntimo y conectado a la vez.
La escala y la proporción son fundamentales en el diseño de interiores. Un espacio con muebles demasiado grandes o pequeños para su tamaño puede sentirse abarrotado o desolado.
Antes de comprar un mueble, visualízalo en el contexto de tu habitación. Si es necesario, usa cinta de pintor para delinear su silueta en el suelo y asegurarte de que el tamaño es el apropiado. Además, recuerda lograr un equilibrio de piezas grandes y pequeñas para conseguir un ritmo visual dinámico.
Asimismo, considera la proporción en relación con las personas que usarán el espacio: un sillón bajo puede ser incómodo para personas altas, y una mesa de centro alta puede bloquear la vista y entorpecer la conversación.
El color tiene el poder de transformar completamente un espacio. Sin embargo, el miedo a utilizar colores audaces nos puede llevar a crear habitaciones sin personalidad y muy aburridas.
No tienes que pintar toda una habitación de un color vibrante. Si quieres, puedes empezar con acentos de color a través de cojines, obras de arte o una pared destacada. Estos toques le darán vida y personalidad propia a tu casa.
Atrévete a experimentar con tonalidades que normalmente no usarías; un toque de turquesa o coral puede avivar ese rincón olvidado. Ahora bien, te recomendamos experimentar con muestras de pintura en distintas horas del día. La luz natural y artificial transformará la percepción de ese tono que estás estudiando para tu casa.
Concentrarse solo en los colores sin prestar atención a la textura, puede dejar tu espacio sin sangre en las venas.
Incorpora diversos textiles y materiales para añadir profundidad al lugar. De hecho, recuerda que las texturas cuentan una historia y nos generan diversidad de sensaciones. Combina metal, madera y vidrio en una pequeña oficina para darle sofisticación y seriedad. Prefiere texturas de peluche, algodón y lino en el dormitorio para incitar al descanso. Todo depende de la función que cumpla esa área en tu casa.
Sí, las tendencias son importantes y hablan de la contingencia en el mundo artístico y social. Sin embargo, confiar ciegamente en ellas puede derivar en una casa sin personalidad propia. La clave es seleccionar elementos de esas tendencias que realmente resuenan contigo. Combina tus elecciones preferidas con piezas que reflejen tu estilo personal.