Un viaje en el tiempo: ¿cómo y por qué nació el diseño de interiores?

¿Cuándo nació el diseño de interiores? ¿Podemos hablar de una fecha concreta o es algo que “se ha hecho toda la vida”? Las personas que vivieron antes del siglo XX, ¿decoraban sus casas o solo las equipaban? Hoy nos vestimos de historiadoras para subimos a la máquina del tiempo y arrojar un poquito de luz sobre los orígenes de eso a lo que llamamos interiorismo y que tiene como telón de fondo una peliaguda cuestión: ¿que es, en realidad, el diseño de interiores?
Publicado por Margarida Muñoz · 26 de septiembre de 2023
Un viaje en el tiempo: ¿cómo y por qué nació el diseño de interiores?

Son tres los aspectos que marcan el nacimiento y evolución del interiorismo tal y como hoy lo conocemos:

  • La aparición de la idea de hogar como refugio, como ese lugar único en el mundo en donde nos sentimos protegidos;

  • El surgimiento de profesionales dedicados a reconvertir una vivienda en ese hogar deseado;

  • La democratización del diseño de interiores.

Siglo XVIII: de la casa al hogar

Crear un espacio funcional y bonito en el que sentirte bien, en el que cada rincón esté pensado para ayudarte a mantenerte enfocada en la actividad que vayas a realizar y que te permita recuperar la serenidad cuando lo necesites es el objetivo principal de cualquier proyecto de interiorismo actual.

Sin embargo, esto no siempre ha sido así. Hasta las décadas finales del siglo XVIII, en casi toda Europa las viviendas eran espacios estrictamente funcionales en los que lo ornamental no tenía cabida.  Es, justamente, el cambio en la concepción del espacio que habitamos lo que marca el nacimiento del diseño interior como lo entendemos hoy.  La casa se vuelve un espacio pensado por y para las personas en el que, como novedad importantísima, surge el concepto de confort como algo esencial en el hogar.  Tanto es así, que la famosa novelista Jane Austen llegó a decir que “para estar verdaderamente confortables no hay nada como quedarse en casa”.  

Como decíamos ahí arriba, la comodidad y el bienestar asociado a los objetos materiales que tenemos en casa siguen siendo los cimientos de los proyectos de interiorismo, sean del estilo que sean.

Siglo XIX: Tapiceros, ensembliers y decoradores

¿Le das suficiente importancia a los textiles en casa? Alfombras, cortinas, tapicerías… se trata de un elemento clave para alcanzar esa sensación de confort de la que hablamos. Pues fíjate en esto: los historiadores citan a los tapiceros como los primeros decoradores: profesionales que empezaron a vestir, literalmente, las casas llenándolas de ropa del hogar: grandes cortinajes, camas con dosel, paredes tapizadas con telas… 

No fue hasta un momento posterior, cercano a los años 20 del siglo XIX, cuando los ensembliers (ebanistas) empezaron a estudiar como disponer de manera ordenada el mobiliario en una estancia.  Algunos de estos profesionales empezaron a ofrecer este servicio a los clientes que se acercaban a sus carpinterías, ejerciendo como verdaderos decoradores en el sentido actual del término.

Es este también el momento en el que lo ornamental empieza a tener cabida en los hogares.  Algunos de estos primeros decoradores, como la conocidísima Elsie de Wolfe defenderán la necesidad de que las viviendas reflejen, a través de los objetos, el carácter de sus propietarios y de que la casa, como conjunto, se adapte a su modo de vivir.  Esto nos suena y mucho, ¿verdad?

Siglos XX y XXI: Democratización del diseño de interiores 

Como debes imaginar, los primeros clientes del servicio de interiorismo fueron las grandes fortunas.  Sin embargo, el surgimiento de grandes tiendas de decoración con precios muy asequibles permitieron el acceso al interiorismo a toda la población y forzaron a otros fabricantes a hacer lo mismo.  

Hoy, todas reconocemos la importancia de tener una vivienda funcional, sí, pero también bonita.  Una casa en la que todos los objetos hablen de nosotras y nos ayuden a vivir a nuestra manera.  Y tenemos, también, la posibilidad de contar con servicios de decoración profesionales y económicamente asequibles, ¡como en Livitum!  Por cierto: ¿lo has probado ya?

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