Seguramente has oído en más de una ocasión que no debes combinar estampados. Que las rayas con las flores no casan o los cuadros con los círculos tampoco. Sin embargo, actualmente no es extraño, ni tan solo una transgresión, encontrar estas combinaciones. Hay telas para cojines, cortinas o ropa de cama de lo más estilosas y glamurosas que mezcla estampados muy diferentes, con un resultado extraordinario.
La creencia de que las cocinas es mejor que sean independientes y cerradas, por aquello de evitar malos olores en el resto de la casa, ha pasado a la historia. La tecnología aplicada a electrodomésticos, como los extractores de humo, se ha desarrollado de tal forma que, aunque cocines una paella junto al sofá, su olor desaparecerá al momento. Así que si tienes la oportunidad de abrir la cocina al comedor o al salón, no lo dudes, el espacio parecerá mucho más amplio y la comunicación con tus invitados mejorará.
Alicatar los baños con azulejos hasta el techo era una práctica habitual, como una forma de preservar paredes y suelo de la humedad producida por la ducha o bañera. Sin embargo, hoy en día no son imprescindibles. Puedes colocar materiales que imitan a la madera que son impermeables o incluso madera natural tratada, para que no se filtre el agua en ella. Puedes apostar por microcemento para darle un aire más industrial a tu cuarto de baño. E incluso pintarlo con pintura que aguanta toda el agua que le echen. Tienes muchas más opciones donde elegir.
Los colores oscuros empequeñecen los espacios, el gris o el beige son aburridos, el blanco es demasiado frío. ¿Te suena? Olvídate de todas esas premisas. Puedes pintar una estancia con colores oscuros y conseguir que la habitación adquiera más profundidad, al tiempo que le otorgarás cierta elegancia. Puedes apostar por el beige o el gris y hacer que tu dormitorio no resulte aburrido. Al fin y al cabo, son la mejor base para combinar con otros colores y conseguir la combinación perfecta. Y no creas que el blanco es frío. Si lo conjuntas con ciertos toques de madera, en el suelo o en algunos muebles, con telas acogedoras o detalles naturales, puedes tener el salón más cálido del mundo con las paredes blancas.
Pinta las paredes de tu casa del color que quieras. Solo debes tener en cuenta la proporción del 60-30-10, para que tu decoración sea perfecta. Si no lo sabes, es aquella regla que dice que debes elegir un color principal que ocupará el 60% de la estancia, un color secundario para el 30% y un tercer color para detalles más puntuales. Eso sí, que combinen entre sí.
Desengáñate, no hay nada como una bonita planta natural. Sin embargo, si eres de esos a los que no le sobrevive ninguna más de un mes, es una buena opción pasarte a lo artificial o, porque no, a las flores secas. En el mercado hay auténticas maravillas que pueden lucir espléndidas en tu salón o como adorno del centro de mesa. Unas bonitas pampas secas en un gran jarrón de barro, en una esquina del salón o en el recibidor, pueden resultar mucho más atractivas que una planta pachucha y medio muerta.
Olvídate de esta regla. Coloca los cuadros donde quieras. Apoyados en una estantería, en el suelo o en la repisa de la chimenea. La tendencia actual apuesta por cuadros de diferentes tamaños y formas en toda una pared, por ejemplo, ocupando todo el espacio, de suelo a techo. Una forma muy original de decorar aquella pared insulsa del fondo del salón. Tu casa no es un museo en el que los cuadros han de estar uniformemente colgados. Sé creativo y colócalos allí donde te venga en gana.