Tener un salón en el que predomina el blanco da una sensación de estar impoluto, difícil de conseguir con otros colores. Pero, para que esa sensación sea efectiva, realmente debe estar limpio. Cualquier mancha se verá mucho más sobre una alfombra blanca o un sofá del mismo color, que en otras superficies de colores más oscuros.
No hace falta que te pases el día limpiando. Lo mejor es utilizar materiales más resistentes a las manchas o simplemente que su limpieza te resulte mucho más sencilla.
Una buena opción es incorporar un sofá de fundas desmontables, que puedan lavarse fácilmente, o de un material de fácil limpieza, como el de este proyecto de Livitum, tapizado en chenilla de color blanco. Igual que la alfombra que se sitúa a sus pies. Resulta que, aunque es preciosa, se puede usar tanto en el exterior como en el interior, lo cual ya te da una pista de lo fácil que es limpiarla.
Si con todo eso, se mancha con algo que resulta más complicado de limpiar, siempre existen truquillos caseros que acaban con las manchas más rebeldes. Utiliza vinagre blanco, jabón suave, amoniaco o alcohol. Por supuesto, previamente pruébalo en un pequeño espacio que quede escondido, para evitar males mayores.
Para potenciar esa sensación de amplitud y luminosidad que proporciona el color blanco, es fundamental utilizar los muebles adecuados y no sobrecargar las zonas con elementos demasiado grandes o de aspecto muy pesado. Colocando cada cosa en su lugar, sin elementos que entorpezcan la fluidez por el espacio y teniendo cada cosa donde deba estar, es decir, sin trastos de por medio. Un lugar desordenado, por muy limpio y blanco que esté, no será confortable y mucho menos perfecto.
Piensa en colocar algún mueble donde esconder todo aquello que necesitas y que no quieres que sea visto, alguna cesta donde guardar las mantas y cojines del sofá o tantas mesas auxiliares como creas necesarias para dejar tus objetos personales o tus libros.
Como en este salón moderno, proyectado por Ainhoa Hidalgo, en el que, como tiene un gran ventanal por el que entra mucha luz, se ha creado una zona de lectura en la que se ha incorporado su propia mesa auxiliar, junto a una bonita lámpara de pie. Hay otra mesa de centro de dos niveles, para un mayor almacenaje, y un bonito mueble bajo el televisor, perfecto para esconder consolas y demás aparatos eléctricos.
Ya te hemos contado las bondades del color blanco en la decoración. Sin embargo, si las paredes son blancas, los muebles claros y los sofás y las alfombras también, tanto blanco puede hacer que la habitación resulte un tanto fría, haciendo que, una estancia pensada para relajarse y estar cómodo, carezca de calidez.
La solución pasa por añadir algunos toques de color en algunos elementos, permitiendo que una estancia blanca se convierta en un espacio cálido y acogedor. Es sencillo de conseguir. Si no, mira cómo una mesa de centro con el tablón de madera de roble, tres estanterías del mismo material colgadas de la pared y las patas del sofá y de la butaca, acompañados por un puff de yute y un par de cojines en color mostaza, aportan el color necesario para que este salón nórdico, en el que predomina el blanco, diseñado por Paula Alonso de Livitum, se convierte en una estancia acogedora y perfecta.
Así que no lo dudes, si te gusta el blanco para tu salón, no tengas miedo en aplicarlo. Si consigues que esté ordenado, limpio y le añades unos pequeños toques de color a través de la madera o los textiles, conseguirás que resulte perfecto, cálido y acogedor sin apenas darte cuenta.