Lo recomendable es que, al menos una vez al año, hagas una limpieza en profundidad del sofá. Durante el resto del tiempo, asegúrate de mantenerlo siempre al día con estos sencillos gestos que puedes incorporar a tu rutina de limpieza.
Es importante que antes de empezar con la limpieza, aspires o cepilles por completo el sofá: estructura, asiento y respaldo. El objetivo es eliminar todo el polvo, posibles restos de comida, los pelitos de las mascotas que tengas en casa u otras partículas de suciedad que hayan podido acumularse. Hazlo una vez al mes como parte de tu rutina habitual de limpieza: si no hay manchas, este gesto será más que suficiente para mantenerlo limpio y libre de ácaros.
Si después vas a pasar a una limpieza general, no te saltes este paso aunque tu sofá sea desenfundable y vayas a meter las fundas en la lavadora. ¡Por cierto! Si vas a hacerlo, no las seques al sol: podrían perder el color. Deja que se sequen por completo dentro de casa.
Antes de nada y como haces cuando compras una prenda de vestir, lee la etiqueta: es allí donde el fabricante especifica el tejido en el que está hecho el sofá y la forma más adecuada para su lavado. En tu supermercado habitual encontrarás espumas y líquidos limpiadores especiales para tapicerías pero, como alternativa, puedes hacer un limpiador casero con un litro de agua templada, medio vaso de zumo de limón y una cuchara sopera de bicarbonato.
Sea cual sea tu opción, es importante que antes de empezar con la limpieza pruebes la mezcla aplicándola en una zona poco visible del sofá -como la trasera, si lo tienes colocado frente a una pared, o un brazo lateral que de a la ventana- para verificar que es adecuada al tipo de tejido y que no deja marca.
No apliques una solución jabonosa directamente sobre el sofá: utiliza un pulverizador para controlar la cantidad de producto que utilizas y no mojarlo en exceso. Luego, con una esponja suave o una bayeta, limpia el sofá haciendo movimientos circulares. Si alguna mancha se te resiste, repite el proceso utilizando un cepillo especial para tapicerías. Para finalizar, aclara toda la superficie con un paño húmedo.
Si solo has aplicado el producto en una zona concreta del sofá para limpiar una mancha y no en toda su superficie, no lo dejes secar al aire. Utiliza un secador de pelo y sécala rápidamente para que no penetre la humedad. Además, de esta forma podrás evaluar el resultado de la limpieza una vez seco y podrás repetir el proceso si es necesario.
¿Has probado alguna vez los ambientadores textiles? Pueden aplicarse sobre las cortinas, los cojines, las alfombras y, por supuesto, también sobre el sofá: sobre los tejidos, los aromas permanecen durante más tiempo que pulverizados al aire.
Cuando el sofá se haya secado por completo, rocíalo con un ambientador con olor a algodón, lino o jazmín blanco: son fragancias suaves, que te recordarán a esa agradable sensación que dan las sábanas limpias y te ayudará a crear una atmósfera fresca en el salón. ¡Te encantarán!
Si cubres el sofá con una funda, una mantita o un plaid lo mantendrás limpio durante más tiempo y no sufrirás tanto por las manchas. Además, hay muchas formas de colocarlos y, junto con los cojines, son un elemento deco que contribuye a generar sensación de comodidad.
Puedes colocarlo solo sobre el asiento combinándolo en color, estampados y textura con los cojines que ya tengas para darle color al sofá. Si, por contra, no quieres que destaque, opta por una pieza en los mismos tonos del sofá y cubre con él asiento y respaldo: el efecto será neutro y no notarás ningún cambio en el estilo del salón.