¿Aún no te hemos convencido? Pues echa un vistazo aquí abajo: te contamos porqué vestir tu casa con alfombras cuando suben las temperaturas.
De entre las múltiples virtudes que atribuimos a las alfombras destaca la de ser un aislante térmico. Al leer esta afirmación, con toda probabilidad estás pensando en el calorcito que aportan las alfombras del salón en invierno. Sin embargo, este elemento deco tiene la capacidad de regular la temperatura en invierno y en verano: todo dependerá del material con el que se haya confeccionado.
Los linos y los algodones son una opción perfecta: se trata de tejidos transpirables, resistentes, suaves al tacto y fáciles de mantener. Además, son una opción sostenible y, junto al yute y al bambú, conforman el grupo de tejidos más utilizados para vestir la casa en verano.
¡Por cierto! No descartes las alfombras de lana de pelo corto: son capaces de absorber el calor acumulado en los suelos y, por tanto, de refrescar el interior de casa.
Colocadas cerca de las ventanas, las alfombras ayudan a tamizar la cantidad de luz que entra por las ventanas y, con ello, a reducir la sensación de calor. Para utilizar este recurso, hazte con una alfombra en colores claritos -en blanco o crudo y con alguna nota de color- y combínala con unas cortinas de caída lijera y en textiles livianos, como el algodón o el lino.
El tándem cortinas-alfombra es perfecto para refrescar la atmósfera a la vez que los colores claros ayudan a aligerar el espacio visualmente.
Las alfombras tienen la capacidad de aportar comodidad en la pisada cuando caminas descalza, especialmente cuando lo haces sobre superficies muy duras como el terrazo, por ejemplo. Ten en cuenta este punto si estás pensando en colocar la alfombra en el exterior, donde el suelo puede estar muy caliente o húmedo. La alfombra te permitirá, en este caso, caminar tranquila sin quemarte y te ayudará a evitar algún que otro resbalón.
¡Por cierto! Antes de comprar una alfombra para exterior, asegúrate de que el material con el que está confeccionada sea resistente a la radiación solar y a la humedad. Las hay fabricadas en fibras naturales como el yute, el bambú o el sisal pero, aunque son muy muy bonitas, tienen la desventaja de que no pueden mojarse. Por ese motivo, lo más habitual es recurrir a alfombras hechas con materiales sintéticos como el polietileno, el polipropileno o el PVC.
Al cubrir el suelo con una alfombra lo proteges del calor, de posibles arañazos o incluso de manchas en caso de que se trate de un pavimento poroso. Y es que, colocando una alfombra, puedes evitar que el suelo se deteriore por efecto de la radiación solar y que pueda llegar a agrietarse o partirse, o que absorba algún líquido que pueda mancharlo. Con ello lo mantendrás bonito y en buen estado durante más tiempo y, además, te permitirá espaciar los trabajos de mantenimiento.
¿No te gusta el suelo del balcón? ¡Cúbrelo con una alfombra! Al hacerlo, darás un giro de 180º a la estética del pavimento y pasarás a tener un suelo llamativo, bonito y estiloso. Tanto en interiores como en exteriores, puedes recurrir a alfombras en colores vivos para darle un toque divertido y veraniego a las estancias, usar los estampados de moda (¡recuerda que este año las flores son un must!- o recurrir a los flecos para conseguir un toque boho.