Si necesitas inspiración para crear tu propio remanso de paz en tu dormitorio, ficha algunas ideas de esta propuesta de Livitum, diseñada por Paula Alonso. Se trata de un dormitorio de estilo nórdico, en el que el blanco y los tonos crema son los protagonistas.
El uso de una paleta de colores tan suaves, que va del blanco, pasado por el crema y finalizando en los tonos tierra, invita al descanso y la tranquilidad. Los muebles blancos, combinados con otros de madera en tono natural, así como otros elementos de fibras naturales, le aportan al espacio una calidez que, de otra forma, resultaría demasiado fría por el uso de tanto color claro.
Empezando por las tonalidades más claras, el cabecero de la cama, así como una cómoda que facilita el almacenamiento, son de madera en color blanco. Un color que también es el usado en la ropa de cama principal y en la alfombra que delimita la zona de descanso.
Un tono algo más oscuro, un bonito color crema, se ha usado en los cojines de la cama. Unos cojines de diferentes texturas, que crean una agradable composición al combinar estampados lisos, con rayas, y cojines de diferentes tamaños.
Esos mismos tonos cremas aparecen en algún que otro elemento decorativo de la habitación, como en un jarrón sobre la cómoda o en la base de cerámica de las lámparas de sobremesa de las mesillas de noche. Unas lámparas rematadas por una pantalla textil, que contribuye a una iluminación cálida y difusa, de tono más tostado, que vuelve a oscurecer la tonalidad de los tonos escogidos.
Ese mismo tono tostado es el que conjunta con las mesillas de noche, de madera maciza de caucho en tono natural, o con el colgante de fibras naturales, concretamente de yute, que se sitúa sobre la cama.
Siguiendo con las mismas tonalidades y como punto de sofisticación y elegancia, se han incorporado algunos elementos decorativos en tono dorado, destacando por encima de todos ellos un espejo de ventana con el marco de este metal, que además de aportar profundidad al espacio y reflejar la luz que entra por la ventana, le aporta un plus al conjunto. Un espejo que simplemente se ha apoyado sobre la cómoda de madera blanca.
La única nota de color de esta estancia de tonos neutros claro, la pone una planta. Ellas siempre son bienvenidas. Por aquello de acercarnos a la naturaleza al interior. Por cohesionar el uso de materiales naturales. Y, por supuesto, para aportar color. Una planta, cuya maceta se ha cubierto con un bonito cesto trenzado de Jacinto de agua, con cuatro asas, que aporta un toque de artesanía al lugar.
Con esta composición de tonos claros y suaves que van in crescendo, del blanco al color tierra, se ha conseguido una estancia que no puede ser más relajada y elegante. A pesar de la simplicidad de sus colores y de las líneas sencillas de sus muebles, el resultado es sofisticado y acogedor a partes iguales.
En eso radica un buen diseño, en conseguir lo que se pretendía, esa sensación de calma y sosiego tan importante a la hora de acostarnos, al tiempo que se consigue que el espacio resulte funcional y se ajuste a nuestras necesidades.