Está considerado el neutro de los neutros. A medio camino entre la luminosidad del blanco y la oscuridad del negro. Ser tan neutro le permite ser muy polifacético, ya que combina con todos los colores, consiguiendo efectos muy diferentes, en función de la otra paleta elegida.
Es un tono considerado símbolo de la serenidad y de la sabiduría. Y con él puedes conseguir ambientes muy sofisticados, acogedores y modernos. En sus tonalidades más oscuras transmitirá mucha elegancia, mientras que en sus tonos más claros resulta juvenil y luminoso.
No hay nada mejor que las estancias de tu casa estén llenas de luz natural. Por eso, es importante pintar las paredes de un tono claro que reflejen la luz del sol que entra por las ventanas. El blanco es el color ideal. Sin embargo, si tanta sensación de impoluto no te gusta, un gris claro puede ser la opción perfecta. Seguirá siendo un color claro que refleje la luz, pero transmitirá algo más de calidez.
Si quieres resaltar una pared, nada mejor que optar por un gris oscuro que le aportará mucha elegancia y sofisticación a cualquier habitación. Convirtiéndose, sin duda, en la protagonista de todas las miradas.
El color gris dejará de ser frío si se combina con la madera. Es una de las combinaciones perfectas del estilo nórdico, capaz de conseguir hogares cálidos con tonos claros.
Incorpóralo en elementos como el sofá o alguna alfombra, en la butaca de tu rincón de lectura o las sillas del comedor. Combínalo con la mesa, el mueble del televisor o la consola de madera. De esta forma, la frialdad que transmite el color gris por sí mismo desaparecerá, para convertir tu salón en un lugar cálido y acogedor.
Si a esta combinación le añades texturas más gruesas, como una manta mullidita para el sofá, algún cojín de punto o alfombras de pelo largo, la sensación de confort adquirirá niveles insospechados.
El gris es otro de los colores que puedes añadir a tu decoración, si optas por un estilo industrial. Esa combinación de madera, ladrillos a la vista o metal es perfecta para incorporar un color tan neutro como el gris. En cualquiera de sus tonalidades. Ya sea un gris oscuro para resaltar alguna pared, como un gris más claro para incorporar en la ropa de cama o en la cocina.
Es otra de las combinaciones ganadoras. Aunque los tres colores sean fríos, juntos consiguen crear ambientes muy modernos y actuales. El gris consigue unificar la disparidad de otros elementos como pocos colores lo hacen. Los suaviza y les confiere otra personalidad.
Imagina tu sofá gris, repleto de cojines en tonos verdes y azules claro. Incorpora algún cuadro de esos mismo colores y algún que otro elemento decorativo de los mismos tonos. El resultado será una estancia alegre, sin ser llamativa, tranquila y acogedora.
Otra muestra de su gran versatilidad es combinándolo con tonos morados o rosas. Puedes conseguir espacios muy románticos con tan solo el gris y uno de esos colores, sin que resulte demasiado cursi.
Puedes conseguir habitaciones delicadas y cálidas con la combinación de rosa, blanco y gris. O incorporando cortinas, cojines o ropa de cama con motivos florales o geométricos que combinen esos colores, para poner un acento romántico a tu salón o dormitorio.
¿Y qué me dices de combinar el gris con un amarillo o un naranja? Es ideal para habitaciones juveniles que necesitan vida. El gris suaviza la estridencia de estos colores tan vitaminados, sin hacerles perder esa alegría que desprenden.