Aunque no lo creas, cualquier rincón es bueno para situar tu pequeño despacho. No necesitas mucho. Solo una mesa, una silla, una lámpara de sobremesa y algo de almacenaje. Lo ideal es colocarlo en un lugar que tenga una entrada de luz natural, pero en ausencia de ella, una buena iluminación también bastará.
Si el espacio con el que cuentas es un poco ajustado, en el hueco que hay entre una columna y la ventana del salón o en un rincón del dormitorio, es una buena opción pensar en muebles a medida que se ajusten al espacio. Quizás una mesa con medidas estándares es demasiado grande y sobresale de la pared. O quizás es demasiado ancha para pasar libremente por detrás de ella. Con los muebles a medida conseguirás que se ajusten perfectamente al espacio con el que cuentas, aprovechando al máximo cada centímetro. Bien sea una mesa o una bonita estantería que aprovecha un pequeño hueco.
Otra opción interesante es elegir una mesa con poco fondo. El suficiente para poder poner tu ordenador o portátil y algún papel, pero poco más. De esta forma, aprovecharás el espacio, dejando que se pueda circular fácilmente por su alrededor y que el despacho no abarrote la estancia en la que se encuentra.
Es otra regla imprescindible del diseño de interiores. Para espacios pequeños, son mejores los muebles sencillos y ligeros, que no abarroten el poco espacio con el que se cuenta. Una mesa de cristal o de metacrilato es genial para lugares reducidos, ya que son mucho más livianas y permiten dejar ver lo que hay a su alrededor.
Si no necesitas mucho espacio de trabajo, ni pasas muchas horas en esta zona de despacho, también puedes optar por un escritorio colgado de la pared. Los hay de muchos tamaños. Algunos tan pequeños que ocupan un mínimo espacio, realizando, eso sí, la misma función.
Al estar colgado, consigues que visualmente ocupen todavía mucho menos espacio, ya que la ausencia de patas, aligera el espacio.
Todo buen despacho necesita algo de almacenaje. Así que si no tienes muchos metros cuadrados con los que jugar, la mejor opción es aprovechar la altura y colgar baldas, en lugar de una estantería que ocupe espacio del suelo.
Puedes colocar cuantas baldas quieras o te quepan, y organizar allí tus objetos y papeles con cajas o archivadores.
Otra buena opción es aprovechar el hueco de debajo de la mesa y añadir una cajonera donde poder guardar tus objetos de escritorio más pequeños y que usas más habitualmente.
Si no quieres que tu despacho sea muy evidente, porque tienes que tenerlo en tu salón o en tu dormitorio, puedes ponerte creativo y usar algún mueble que haga las veces de escritorio sin serlo. ¿Qué te parece usar el secreter heredado de tu abuela que tienes en tu dormitorio y usarlo como despacho? Cuando no lo uses, seguirá siendo un mueble igual de bonito, escondiendo tus papeles y tu portátil en su interior.
Otra opción es integrar el escritorio en una estantería, aprovechando una de las baldas como mesa. Parecerá formar parte de tu salón desde siempre, delatando su presencia solo si no apartas la silla cada vez que no lo usas.
Y por supuesto, usa el sentido común y aplica todas las reglas decorativas que hacen que un espacio visualmente parezca más grande de lo que es. Es decir, mucha luminosidad, mucho orden, prescindir de objetos y muebles innecesarios, aplicar tonos claros en las paredes y usar muebles ligeros y sencillos que no abarroten el espacio.