En el mercado ya existen muebles para ese fin de esconderlos. Se trata de los cubre-radiadores. Unos pequeños muebles, fabricados generalmente de madera o MDF, que se colocan cual cajón sobre ellos para taparlos totalmente. Con la particularidad, que cuentan con rendijas para que el calor que desprenden no se pierda y sigan siendo igual de funcionales.
Los hay de muchos estilos y colores, aunque los más demandados suelen ser los blanco, negros o de madera natural. Suelen tener medidas estándares, pero también puedes encontrar opciones a medida y totalmente personalizables, que se ajusten a tu estilo y a tu decoración. Son, sin duda, la mejor opción y la más sencilla.
Uno podría pensar en colocarlo tras un mueble o las cortinas para no verlos completamente, pero eso es un error, ya que al cubrirlos totalmente impides que el calor se disipe correctamente, incrementando el consumo de energía y tu factura de gas o electricidad. Sin embargo, hay muebles que pueden ocultarlo parcialmente, al tiempo que cumplen una doble función.
Si se trata de un radiador bajo, puedes esconderlo bajo un banco. O si es más alto, bajo una mesa apoyada en la pared. En la mesa de tu zona de escritorio, bajo el tocador de tu dormitorio o bajo la consola del salón.
También puedes camuflarlo con una estantería que ocupe parcialmente o toda la pared. De manera que el radiador ocupe una de las zonas bajas del mueble y el resto sean baldas abiertas. Todos tus libros y elementos decorativos atraerán todas las miradas, de manera que nadie se percatará de la presencia del radiador.
Otra opción es colocando una balda sobre el radiador, en la que podrás poner alguna planta, algún libro u objeto decorativo. Procura que la balda sea más ancha que el radiador para que, de este modo, quede más oculto. Puedes hacer la balda de obra, integrándola en la estructura de tu casa o simplemente optando por una balda o estantería de madera, que siempre aportará un toque de calidez.
Si consigues atraer la mirada hacia otro punto del espacio, nadie se dará cuenta de su presencia. Algo que llame tanto la atención que haga que el feo radiador pase desapercibido. Como una bonita obra de arte, un espectacular espejo o un llamativo elemento decorativo que no puedes dejar de mirar.
Es otra buena idea para hacerlo desaparecer. Si pintas el radiador del mismo color que la pared, ambos quedarán visualmente totalmente fusionados. Sobre todo, esta opción funciona cuando el color de la pared es oscuro. Azul marino, verde oscuro o negro. Es un truco fácil y rápido para disimular la presencia del radiador.
Otra forma sencilla de esconderlo es colocando delante del radiador un sillón o una bonita butaca. Eso sí, no lo acerques demasiado para evitar contratiempos, pero sí lo suficiente para que visualmente el sillón o la butaque lo tapen desde cualquier ángulo de la habitación.
Quien dice un sillón o una butaca, dice cualquier otra cosa. Como un toallero de escalera en el baño o un perchero en el recibidor, por ejemplo.