Se trataba de un dormitorio sin personalidad, frío, con paredes blancas y muebles del mismo color, en el que tan solo llamaba un poco la atención un cabecero acolchado de color azul marino. Nada destacaba, ni nada transmitía esa paz y tranquilidad que debe fluir en una estancia a la que se va a descansar.
Partiendo de ese prácticamente lienzo en blanco, María Solves ha transformado completamente este espacio, convirtiendo el viejo dormitorio en un lugar con mucho encanto, donde la madera y su calidez son las protagonistas.
La pared principal, en la que se ha colocado la cama, se lleva todas las miradas. La mitad de ella se ha decorado con un panel de listones de madera que, además es acústico, con aislante PET en color negro, que reduce el ruido y el molesto sonido de algunos vecinos. La otra mitad está empapelada con un bonito papel decorativo con textura en color beige, que le aporta mucha elegancia a la estancia.
Esta pared es tan espectacular, que la habitación no necesita mucho más. Por eso, los textiles de la cama utilizados son lisos, de tono blanco para la colcha, y marrón oscuro y azul marino para los cojines. Al igual que la cortina que cubre la ventana de la habitación, de lino blanco y translúcida, para dejar pasar la luz natural del exterior.
Los muebles elegidos siguen siendo de color blanco, como en su origen. Tanto las puertas del armario empotrado, como las mesillas de noche, como una bonita consola de siete cajones, situadas frente a la cama. Sin embargo, la madera le quita el protagonismo al blanco apareciendo, además de en los paneles de la pared, en el marco de un espejo redondo situado sobre a la cómoda blanca, en un banco colocado a los pies de la cama y en el precioso cabecero de madera de nogal de Flandes, que le añaden a la estancia la sensación de rusticidad y de autenticidad que se busca.
Otro elemento que aporta esa sensación rústica es el banco situado a los pies de la cama. Se trata de un banco de madera de roble oscuro con una forma alargada con los bordes redondeados, que se une a la tendencia de esta temporada Bold que llena las decoraciones de curvas. Además, es una pieza muy funcional en un dormitorio, para calzarse y descalzarse sin sentarse en la cama, por ejemplo.
En un pequeño rincón desaprovechado se ha colocado un original toallero de madera de caoba que incluye un pequeño espejo. Práctico y decorativo a partes iguales, que aporta un toque de originalidad a este dormitorio tas elegante. Frente a él, se han colocado un par de jarrones, uno de madera y otro de cerámica, con flores secas que añaden un toque otoñal y conecta el espacio con la naturaleza.
Una naturaleza que también está presente bajo la ventana de la habitación con una bonita planta, decorada con una maceta de cemento.
Para rematar el espacio y aportar un poco más de calidez al lugar, se ha incorporado una alfombra que, aunque de tono claro, es de fácil limpieza. Además, sobre las mesillas de noche se han colocado sendas lámparas con el pie de cerámica blanca y pantalla de bambú, que vuelve a incorporar elementos naturales al espacio. Algo que le gusta mucho al estilo rústico que se buscaba en este dormitorio.
El dormitorio no tiene un excesivo tamaño, por ello era importante incluir todo el espacio de almacenaje posible. Un plus ha sido incorporar una cama con canapé abatible que permite guardar todo lo que se quiera sin ser visto.
El resultado del diseño de María Solves poco tiene que ver con el dormitorio original. Un espacio frío y aséptico se ha convertido en un lugar cálido y con carácter, donde la madera es la protagonista, sin desmerecer al resto de elementos decorativos.