Son los años posteriores a la II Guerra Mundial, empieza un desarrollo económico y la sociedad quiere disfrutar de la vida y de las comodidades que ésta le ofrece. Es la época en la que aparecen los primeros electrodomésticos, incluido el televisor, que marcará un antes y un después en la ubicación de los muebles de una casa. Las cocinas se redistribuyen para hacer hueco a la lavadora y al lavavajillas, mientras que en el salón, todos los muebles miran hacia el televisor.
La sencillez de los diseños escandinavos enamora a una sociedad que busca, ante todo, la funcionalidad. Un estilo que será el precursor del Mid century. Así que predominan los tonos claros, los muebles de madera y las líneas simples.
La carrera espacial y el movimiento hippie centran la tendencia de los años 60. Los diseños miran a un futuro soñado, con la aparición de nuevos materiales, como el plástico, el látex, telas vinílicas o acrílicos. Los muebles dejan de ser de madera y apuestan por el plástico, con formas imposibles y futuristas.
Los colores predominantes siguen siendo suaves, aunque más coloridos que en la década anterior, con la presencia de azules, verdes y estampados geométricos. El cuero y el terciopelo conquistan los salones. Y el movimiento hippie sienta las bases de una filosofía ecológica que ha llegado a nuestros días.
Los tonos suaves de la década de los 60 se vuelven vibrantes en los 70. Es habitual encontrarse con sofás y butacas de color naranja, amarillo o fucsia. En las paredes abundan los papeles pintados, de estampados psicodélicos, llamativos y vitaminados. Influenciados por el pop art.
Los muebles tienen formas ovaladas y circulares, el metal adorna muchos de los elementos decorativos de cualquier estancia, mientras que el cuero sigue estando muy presente.
Los colores llamativos de los 70 se vuelven flúor en los 80. Es una época de alegría y de explosión del color. Más si cabe que en la época anterior. Es el tiempo de la Movida Madrileña, del estallido del pop rock. No hay habitación juvenil que se precie en la que no haya colgado el póster de cantante o grupo de música, o un rincón de la casa en la que nos intente colocar un neón.
En los hogares conviven los viejos electrodomésticos, con las nuevas tecnologías que empiezan a llegar a nuestras casas. De forma que, para no ver ese batiburrillo de cosas, se opta por esconder la tele o los equipos de música, las primeras consolas y todas las cintas de video.
Se sigue apostando por nuevos materiales. Esta vez, maderas conglomeradas, sobre todo lacadas en blanco o negro.
Las estridencias de los 80 dan lugar a unos 90 mucho más sobrios y minimalistas. Sin embargo, la mezcla de estilos es tan patente, que da lugar a hogares muy eclécticos en los que se mezcla lo nuevo con lo viejo.
La tecnología sigue escondida. Más, si cabe, que en la época anterior. Y el estilo industrial, con paredes de ladrillo vistas y muebles de madera y metal empiezan a ocupar las casas de esta época.
El minimalismo iniciado en los años 90 se vuelve extremo en los 2000. La decoración apuesta por el todo al blanco, en paredes, muebles lacados en el mismo tono e incluso en marcos sin cuadros. Hay una obsesión por los zen, por los espacios asépticos, limpios y pulcros.
La tecnología ya no se esconde y los grandes televisores empiezan a aflorar en el salón. Los muebles son muy funcionales y prácticos. Al fin y al cabo, es cuando la filosofía de la marca sueca Ikea llega a nuestras vidas.
En la actualidad, la sostenibilidad es la máxima. La apuesta por lo natural, lo reciclado y lo reutilizable copan las propuestas de interiorismo actual. Es una vuelta a ese estilo nórdico de los años 50, mezclada con el espíritu ecológico de los hippie de los 60. Es una decoración marcada por los materiales naturales, la funcionalidad y la sencillez.