Entiende el esfuerzo que supone renovar su habitación como una oportunidad para pasar más tiempo juntos trabajando en un proyecto común. Es muy importante que se sientan implicados en el proceso y que noten que se tiene en cuenta su opinión: además de ser funcional, el resultado final de esta redecoración tiene que ser un reflejo de su personalidad. Lo más importante es que el espacio se adapte a ellos y no al revés.
Dormir, estudiar, guardar la ropa y reunirse con los amigos: los dormitorios juveniles son las habitaciones multifuncionales de la casa por excelencia. Siendo así, es muy importante que delimites el espacio dedicado a realizar cada una de estas actividades para favorecer el descanso, la concentración o, en definitiva, que se mantengan enfocados en aquello que estén haciendo sin que el resto del entorno los distraiga o incomode.
No te preocupes por los metros cuadrados: lo único que importa es que una zona no invada la otra. Analiza el espacio del que dispones y crea áreas diferenciadas para cada uso.
Para dividir visualmente el espacio, puedes optar por recursos tan sencillos como colocar una alfombra para separar dos zonas -por ejemplo, el dormitorio del estudio- o pintar de un color diferente el espacio que quieras diferenciar, como, por ejemplo, el trozo de pared que ocupan la cama y la mesita de noche. Hacerlo así te ayudará a delimitar esas áreas sin generar contrastes muy fuertes y manteniendo la coherencia visual en toda la habitación.
En la zona del dormitorio, asegúrate de que todo invite al descanso, empezando por los colores. Puedes partir de una base neutra -el blanco, el gris o el greige son tres opciones estupendas- y súmale toques de su color preferido en los frentes de los muebles auxiliares, las lámparas, los tejidos o los accesorios decorativos (pufs, cojines de cama, cuadros, etc.).
Si la distribución de la estancia lo permite, ubica el escritorio frente a la ventana para aprovechar al máximo la luz natural. Si no es posible, colócalo en el lado contrario al de la mano con la que escribe para evitar que se generen sombras molestas.
Introduce el mobiliario básico: una mesa de al menos, 70 x 50 cm, una silla ergonómica y unas baldas lo suficientemente robustas como para soportar el peso de un montón de libros.
Si quieres pintar las paredes de un color llamativo, deja esta zona en colores neutros: no solo te ayudará a zonificar y diferenciarla del dormitorio sino que los colores claros favorecerán su concentración cuando se ponga a estudiar.
Si la habitación no es muy grande, ¡no te preocupes! Puedes tenerlo todo en 2 metros cuadrados. Opta por una cama alta: este tipo de mueble libera el espacio que ocuparía la cama colocada a nivel del suelo y que podrás utilizar para ubicar en su lugar la zona de estudio. También puedes usar estos metros extra para ganar espacio de almacenaje o para crear un rincón de lectura colocando una alfombra, unos pufs y una lamparita de pie.
Pónselo fácil: la mejor manera de que no te pongan excusas a la hora de mantener el orden es que cada cosa tenga un lugar en el que guardarse. Ayúdate del mobiliario auxiliar para complementar el espacio de almacenaje del que disponen en el armario ropero: opta por una cama tipo nido con espacio para guardar o un canapé, una mesita de noche con cajones o una cómoda lo más amplia posible en la que guardar jerséis, camisetas y ropa interior. Súmale un banco en el que dejar los zapatos de uso diario: le darás un toque muy actual a la habitación.
Si el espacio te lo permite, lo más habitual es colocar las camas en paralelo. Escoge el mismo modelo de cama para ambos, con el mismo cabecero y las mismas mesitas de noche. Recuerda que, en decoración, esta duplicidad te ayuda a crear un ambiente armónico y sereno. Si no tienes espacio suficiente para colocar dos mesitas de noche, coloca entre las camas una mesa auxiliar, una cómoda o un banco que sirva de espacio de apoyo compartido.