El verde es un color que, a pesar de ser frío, puede aportar mucha calidez si sabes cómo combinarlo. En un ambiente nórdico, repleto de tonos neutros y suaves, puede dar ese toque de color que aporte frescura al espacio. Solo debes incorporarlo en un tono suave, como en este proyecto diseñado por Patricia Ruiz, en el que se ha usado en una de las paredes y se ha combinado en otros pequeños detalles, como unos cojines o en el estampado de la alfombra.
Es un color muy versátil que casa con cualquier estilo. Ya sea más moderno o más nórdico o, como en este otro proyecto, en el que predominan los elementos más rústicos o coloniales. El mismo tono de pared del diseño anterior cambia completamente según los muebles usados en el diseño. El uso de madera y fibras naturales de este diseño de Samanta Fernández son el complemento perfecto. Y si a eso le añades unas cuantas plantas, consigues un oasis en tu salón del que no querrás salir.
Si cuentas con un salón comedor con cocina abierta, puedes incorporar el tono verde en tus muebles de la cocina. ¿No te atreves? Si descubres esta idea de Livitum seguro que cambias de opinión. La elección de un verde muy suave en los armarios de la cocina es el colofón perfecto de este salón comedor de estilo nórdico que invita al descanso, pero también a reuniones infinitas con amigos.
Con el verde puedes conseguir ambientes muy sofisticados y elegantes. Basta con subir un poco el tono del color. Un verde más oscuro es perfecto para crear ambientes modernos que resultan muy relajantes, pero con un plus de sofisticación. Como en este salón comedor nórdico en el que el verde oliva se ha combinado con el blanco y la madera de los muebles, para conseguir una combinación ganadora, con elementos sencillos y líneas simples. No necesitas nada más.
No hace falta que incorpores el verde sí o sí en las paredes de tu salón. A veces, menos es más, y en pequeñas dosis, puede resultar mucho más enriquecedor.
Nuestra diseñadora Ainhoa Hidalgo así lo propone en este diseño en el que el verde aparece solo en pequeños detalles, como unos cojines sobre el sofá, en el tono de los cuadros de la pared, en algún detalle decorativo o en alguna de las sillas del comedor. Aún así, es suficiente para crear un salón muy acogedor y cálido, con tonos muy neutros y pequeñas pinceladas de verde, que le aportan color.
Los diferentes tonos de la pintura de la pared pueden servir para delimitar espacios. Y, por ejemplo, en un salón con paredes en crema, resaltar un rincón con un tono más llamativo para delimitar una pequeña zona de escritorio. Aquí se ha usado un bonito verde. Un color que se ha aprovechado para incorporar también en un par de asientos de la zona del salón, cohesionando de esta forma ambos espacios, como si de uno solo se tratara.
No creas que si cuentas con un salón de pocos metros, no puedes usar otros tonos que no sean el blanco o el crema. Si el diseño es correcto, puedes maximizar al máximo el espacio y conseguir crear una estancia estéticamente fantástica sin renunciar a la practicidad. Aquí, el tono verdoso de la pared añade un toque de naturaleza y vitalidad a una habitación donde predominan los tonos claros.
Y si con el verde claro transmites frescura y vitalidad, con el verde oscuro puedes conseguir un plus de sofisticación, difícil de conseguir con otros colores. Es elegante por sí solo. Y no es necesario incorporarlo en todas las paredes. Lo mejor es aplicarlo a una de ellas, a la que enmarca el comedor por ejemplo, como en este caso, y pintar el resto de blanco. De esta forma, esa pared se convertirá en el punto focal de la habitación y en la atracción de todas las miradas.