Lo mejor es optar por un mueble librería. En una gran pared del salón o de tu oficina ayudarán a mantener el orden y son un punto focal muy interesante. Pero cuidado, no los coloques de cualquier manera. Deben estar ordenados, colocados por tamaños y a poder ser conjuntando la tonalidad de sus lomos. A veces, esta última opción puede resultar un poco difícil, pero no hay nada que no tenga solución. Sé original y pon los libros al revés. La tonalidad de las hojas resulta mucho más combinable y conseguirás un efecto sorpresa, a la vez que el deseado.
Es bueno utilizar librerías con las baldas ajustables. De esta forma conseguirás que todos los libros tengan el mismo espacio libre superior, creando una mayor armonía.
Puedes llenar la librería de libros o dejar algún estante libre para ocuparlo con otros objetos decorativos. De esta forma romperás un poco con la monotonía de tanto libro y podrás mostrar alguno de tus recuerdos familiares.
Si con ello, todavía te quedan libros por casa que no sabes dónde colocar, no te apures. Elige los más bonitos, aquellos que hablan de arquitectura, de moda o diseño y apílalos sobre la mesa de centro.
También resulta muy coqueto colocar un par en la pequeña mesa que tienes junto al sillón orejero que hace las veces de tu rincón de lectura. Pueden ser el soporte perfecto de la bandeja en la que te tomas el té o el café de la tarde.
Si cuentas con libros antiguos, lúcelos sin miedo como si de una obra de arte se tratara. Deja uno abierto en la cómoda del recibidor o apílalos en la mesita de noche.
Y si lo tuyo es el arte y tienes libros con portadas maravillosas que te gustaría lucir, no tengas miedo y apóyalos en una estantería estrecha como si de un cuadro se tratara.
Lo mismo ocurre con las revistas. Esas portadas de Vogue tan extraordinarias necesitan de su propio marco para lucirlas en un rincón del comedor o colgadas en una escalera decorativa junto al sofá.
Es importante el lugar dónde guardas esas revista. Revisteros hay muchos, perfectos para mantener a buen recaudo toda la colección de Haper’s Bazaar o de National Geographic, pero ¿por qué no ser un poco más creativo? Utiliza cestos de mimbre para dejarlas, cajas de madera de palets o cuelgalas de la pared con las perchas de la ropa. Te sorprenderá lo original que puede resultar.
Y si tienes muchos libros, pero no les haces mucho caso porque la lectura no es lo tuyo, no los tires ni los dejes olvidados en un rincón. Pueden ser un elemento decorativo más. Se pueden convertir en las patas perfectas de una mesa de centro de cristal, en una mesita de noche improvisada o la mesilla auxiliar que tienes junto al sofá.
Los libros de recetas, exponlos en la cocina. Tenerlos a mano siempre es una muy buena idea por si te olvidas de hacer ese caldo delicioso o el arroz de mamá. Pero, además, pueden ser un elemento decorativo más de la cocina. En esa estantería olvidada junto a los tarros de galletas.
En la habitación de los niños, muéstralos de manera que los más pequeños de la casa tengan fácil acceso. Fomentarás su lectura y pueden ser entretenidos elementos de decoración gracias a las divertidas portadas de muchos de ellos. Puedes exponerlos a modo de kiosco o apilados junto a su mesilla de noche por si no pueden dormir una noche. Y la colección de cómics puedes dejarla en el gran bolsillo de tela que tienen tus hijos en la litera de su dormitorio, junto a las figuritas de sus héroes preferidos.