La mejor opción es una buena librería que puedes colocar en cualquier estancia de la casa. Si tienes una gran pared en el salón, puedes llenarla de estanterías y ocuparla con todos tus libros. Igual de bonita puede quedar en el comedor. O en un pasillo, siempre que su profundidad no sea muy grande. E incluso en el dormitorio. Una pequeña librería junto a la ventana, acompañada de un buen sillón, creará tu perfecto rincón de lectura en tu habitación.
También puedes utilizar baldas sueltas y colocarlas en lugares estratégicos, como situarlas a pocos centímetros del techo alrededor de toda una habitación y colocar allí todos los libros, a modo de moldura. Bajo una ventana, también es una buena opción. E incluso sobre la puerta de entrada a la habitación. Varias estanterías pueden ocupar ese espacio, muchas veces desaprovechado para guardar allí tus novelas.
La ventaja de las baldas es que puedes colocarlas a la altura que quieras, jugando con los diferentes tamaños de tus libros. Unas más separadas y otras más juntas, para que todos los relatos estén bien agrupados en función de sus dimensiones.
Si te gusta leer en la cama, existen algunos cabeceros que llevan incorporada alguna estantería donde poder depositar allí tus lecturas de antes de acostarse. O puedes colocar una pequeña estantería al final del colchón a modo de pie de cama. E incluso un baúl. ¿Te imaginas los libros que puedes guardar en él?
Si tienes una decoración ecléctica, puedes color pilas de libros allí donde creas más conveniente. Apilados en el suelo del pasillo, bajo una ventana o junto a la cama, para que te sirvan como mesilla de noche.
Puedes utilizar tus libros de decoración, para que tus invitados sean conscientes que te gusta la lectura. Coloca libros aquí y allí. Sobre la mesa rinconera, apilados sobre la mesa de centro, junto a la alacena, en la cocina si son libros de recetas… Apilados en grupos de dos o tres, parecerán algo casual, y situados estratégicamente por toda la casa, pueden solventarte la falta de espacio en las estanterías.
E incluso, puedes aprovechar aquellos más bonitos, dedicados al mundo de la moda, a la arquitectura o a los viajes, y lucirlos como obras de arte apoyados sobre pequeñas estanterías de pocas dimensiones. Como si de una exposición se tratara. Sus portadas son tan bonitas que están a la altura de muchas litografías y cuadros de fotografías.
También puedes esconderlos tras la puerta de un armario. No porque no quieras que se vean, sino para que no se estropeen ni recojan polvo. Tampoco hace falta que sea un armario expreso para libros. Una alacena antigua, de aquella en la que nuestras abuelas mostraban su vajilla, puede quedar genial repleta de libros. Incluso el viejo armario en el que escondías el televisor, ahora que lo tienes en la pared, puede convertirse en el mejor escondite para muchos de tus libros.
Si tienes un trastero, puedes guardarlos en cajas. Procura ponerlos por temáticas e indicar fuera de cuál se trata, para no volverte loco cada vez que busques uno. Eso sí, esta opción es solo apta para aquellos libros que no quieres leer en una temporada o que son un recuerdo que no quieres tirar, aunque sepas que nunca más volverás a leerlos. No es viable si quieres tenerlos a mano.
Almacenarlos en cajas bonitas también es una buena opción aunque no tengas trastero. Puedes colocarlas en algún rincón del dormitorio, sobre el armario o junto a la mesa de despacho, como si fueran un complemento más de la decoración.