Y es que el diseño de interiores es una herramienta muy poderosa. La distribución del espacio, el mobiliario, la disposición de los productos, la estética y la atmósfera que se respira en tu local son un arma con la que cuentas para diferenciarte de tu competencia, explicar sin palabras la esencia de tu negocio y conectar con tu cliente de una manera más efectiva y duradera.
¡Por cierto! Estos consejos también son válidos si trabajas en una oficina o en un coworking desde el que ofreces tus servicios profesionales. Trabajar en un espacio bien diseñado no solo estimula la creatividad y favorece la productividad, sino que esa sensación de bienestar se trasladará al cliente cuando venga a visitarte: si se siente cómodo, estará más receptivo con respecto a lo que puedes ofrecerle y la comunicación entre ambos será mucho más efectiva.
Todo parte de aquí. No solo tienes que saber qué necesita y qué problema le resuelves, sinó también cuándo y cómo lo necesita Hacer un retrato robot de tu cliente-tipo y saberlo todo sobre su estilo de vida te ayudará a tomar decisiones importantes a la hora de diseñar tu negocio físico. ¿Va siempre con prisas y quiere comprar rápido? ¿Viene por placer y quiere pasar un rato agradable? ¿Qué puedes ofrecerle de más para que comprarte a ti sea un plus? Piensa en cómo transmitir la respuesta a estas preguntas a tu local.
¿Cuál es la esencia de tu marca? ¿Qué es eso que la hace diferente? Aprovecha todos los recursos que el interiorismo pone a tu alcance para explicar la historia de tu marca. Recuerda que tu marca no es únicamente tu logotipo, tu color corporativo o el packaging de tu producto. Es también la manera en qué hablas de tu producto, cómo te diriges a tus clientes y los valores que sustentan todo tu proyecto empresarial: la sostenibilidad, la experiencia o la pasión por un trabajo hecho despacio y con mimo.
Empapa cada rincón de tu local de esos valores: no solo te permitirán diferenciarte de la competencia, sino que te ayudarán a empatizar y a crear un vínculo con tu cliente.
Estudia la forma del local y distribuye los pasillos y el mobiliario teniendo en cuenta como quieres que el cliente circule dentro de él. Crea una atmósfera que le invite a recorrer todo el espacio e ir descubriendo los productos que le ofreces evitando cualquier obstáculo. Destaca aquellos que más te interesen y busca la manera de llamar la atención hacia ellos.
Pon especial atención en que todo esté en su lugar: recuerda que el orden -o el desorden- de un espacio, afecta directamente a nuestro estado emocional. Lo más importante es que se sienta cómodo.
El tipo e intensidad de la luz con la que iluminamos un espacio es un elemento clave a la hora de crear una atmósfera adecuada. Una luz blanca e intensa, nos excita y activa, mientras que una luz cálida y tenue invita a la relajación y ayuda a crear ambientes más íntimos. Esto es especialmente importante en el interiorismo gastronómico, pero también es necesario que lo tengas en cuenta en una tienda, en la que la falta de luz puede generar zonas frías que el cliente evitará.
En el diseño interior de un espacio, no solo cuenta lo visual. Existen otros elementos invisibles que inciden directamente en nuestra percepción de un ambiente: los olores, los sonidos -el tipo y volúmen de la música, por ejemplo- o la temperatura determinarán las sensaciones que las personas tienen al entrar en tu negocio. Y de esas sensaciones dependerá, en gran medida, que quieran quedarse y comprar o consumir o que no lo hagan.
De estos aspectos se ocupa el llamado interiorismo sensorial. La clave es convertir tu negocio físico en un lugar agradable en el que no solo vayas a comprar determinados productos o servicios, sino que active los sentidos y genere emociones. ¡Impregna todo el local de sensaciones positivas!
Busca la manera de generar una experiencia que vaya más allá de la compra. Imagina alguna forma divertida de llevar al cliente a vivir alguna experiencia dentro de tu tienda, restaurante u oficina. Si tienes un centro de yoga, crea un rincón en el que puedan tomar una infusión gratuita después de clase. Si tienes una cafetería, incluye una librería de la que tus clientes puedan escoger un libro y leer un rato tranquilos. Piensa en qué les gustaría encontrarse y vincula la idea a tu marca como forma de fidelización: hará que tus clientes quieran volver para revivir esas sensaciones.
Existe una rama del interiorismo que se dedica a aplicar las técnicas del marketing inmobiliario al diseño de una vivienda para ponerlas a la venta o en alquiler. Se conoce como home staging y consiste en acondicionar la vivienda para atraer al mayor número posible de visitas y, por tanto, de potenciales compradores. De nuevo, la clave está en apelar a sus emociones: prepara la vivienda pensando en ellos, facilitándoles la tarea de imaginarse a sí mismos viviendo en tu casa. Repara los pequeños desperfectos que pueda haber, mantén el orden y la limpieza a raya y asigna un uso concreto a cada estancia para mostrar el potencial de la vivienda.
Haz el ejercicio contrario a cuando la decoraste para tí y ¡despersonalízala! Retira las fotografías y los objetos de uso personal y todo aquello que hable de ti para desvincularte emocionalmente de ella y convertirla en un producto de mercado.
