Los colores tienen una influencia directa en la emocionalidad y así lo demuestran varios estudios científicos y psicológicos. Mientras que los colores claros invitan a la serenidad, los más intensos despiertan la imaginación. Dentro de este espectro, hay miles de opciones y tonos y por eso es importante conocer qué aporta cada uno, sobre todo cuando estamos hablando del dormitorio.
Aunque podamos pensar que, tratándose de la habitación donde dormimos, todo el mundo debería escoger colores serenos, la verdad es que no tiene por qué. La elección depende mucho de la personalidad de cada uno. Quizá a la gente que es más calmada le puede ir bien un color más intenso en el dormitorio para estimular su vitalidad, mientras que la gente más nerviosa puede que necesite colores más neutros para volver a su centro de paz.
Según la psicología del color, los azules claros se relacionan con el sueño, ya que invitan a pensar en el cielo y las olas del mar; y todo ello provoca una reducción en la frecuencia cardíaca. Los azules eléctricos, en cambio, dan energía y proyectan vitalidad.
Las distintas tonalidades de azul también representan calma y estabilidad, dos cualidades que encajan bastante con lo que podemos buscar generalmente a la hora de decorar un dormitorio y que hacen de este color una muy buena elección para constituir la base de éste.
Los rosas palo aportan mucha serenidad a cualquier dormitorio. Es un color sutil y delicado, con un halo romántico, que además resulta fácil de combinar. Del mismo modo que el azul, cuanto más suave sea el rosa, más calma provoca, y, cuanto más eléctrico, más excitación.
Una combinación de distintas tonalidades de rosa puede casar muy bien con colores como el blanco o la crema para resaltar pequeñas partes de la habitación y darles un pequeño toque diferencial a algunos rincones.
Ya se sabe que el blanco es un gran comodín, una apuesta segura donde las haya. Además de dar una sensación de amplitud y luminosidad a cualquier espacio, el blanco también genera una sensación de orden y limpieza.
Puedes combinarlo con cualquier otro color, así que podrás dar rienda suelta a la imaginación a la hora de incluir muebles y accesorios en tu dormitorio. Si eres más de objetos y detalles que de decoraciones totales, el blanco es sin duda tu color.
Pero es que el blanco esconde más complejidad de la que piensas. Existen 32 tonos de blanco: el nieve, el tiza, el hueso, el marfil, el blanco roto, el color crema, el vainilla… Cada uno de ellos desprende su propia personalidad y siempre cuentas con una base neutra.
El verde es un color fresco, asociado con la naturaleza y que transmite sensaciones de serenidad, calma y paz. En su tonalidad pistacho, resulta un color muy agradecido para una estancia, ya que proporciona esas sensaciones de calma, mientras que invita a la imaginación. Además, combina muy bien con muebles de madera y telas naturales. También está el verde gris, un tono más sereno que invita a la relajación y que tiene mucha clase, además de ser muy natural y bastante sutil visualmente.
El marrón, junto a todas sus tonalidades, es un gran color para un dormitorio ya que crea una atmósfera artesanal y de una sencillez que conecta a quien lo ve con las raíces y la tierra. Es un color que invita a la paciencia ya que nos conecta con las cosas hechas a mano y a su debido ritmo.
Estas tonalidades se suelen encontrar en la naturaleza, lo que puede contribuir mucho a hacer de tu habitación un lugar agradable en el que estar.
Otro de los grandes comodines para pintar las paredes de un dormitorio. En sus tonalidades más claras, como la gris piedra o el perla, desprende una serenidad que es ideal para el dormitorio. Aunque pueda parecer lo contrario, puede desprender mucha calidez si se aplica con técnicas decorativas, como el estuco o el esponjado. Es también un color muy fácil de combinar, siempre con complementos cálidos, para contrarrestar cualquier sensación de frialdad que pueda dar.
En sus tonalidades más oscuras, como es el gris marengo o el azabache, desprende una elegancia difícil de igualar y hace destacar cualquier objeto decorativo que tengas en la habitación. Es importante utilizarlo sólo en aquellos dormitorios que sean grandes y reciban mucha luz natural, de lo contrario podría empequeñecer la habitación y dar una sensación algo claustrofóbica.