Psicología del color: cómo usarlo correctamente en tu hogar

Todos tenemos preferencias en cuanto a colores se refiere. Sin embargo, a la hora de decorar debemos tener en cuenta lo que se ha venido a llamar la psicología del color. Cada color nos transmite unas sensaciones y sentimientos que debemos valorar, en función de nuestras necesidades y estados de ánimo. En función de los colores elegidos para pintar las paredes o los tonos de muebles y complementos podemos conseguir un determinado efecto en nuestras sensaciones.
Publicado por Marta Parareda · 19 de septiembre de 2022
Psicología del color: cómo usarlo correctamente en tu hogar

Hay unas reglas básicas de percepción de colores en los diferentes espacios de nuestra vivienda. Los colores claros y fríos son ideales para dar sensación de amplitud a estancias pequeñas, al tiempo que producen una sensación de calma y relajación. Por el contrario, los colores cálidos y potentes pueden saturar nuestra vista y agobiarnos, por lo que es mejor contar con ellos en dosis más pequeñas.

Colores fríos

Si hablamos de colores determinados, el verde es un color que inspira frescura y que fácilmente relacionamos con la naturaleza. Es perfecto para dar confort, por lo que es ideal utilizarlo en salones o en habitaciones de adolescentes para calmar un poco sus ánimos.

El azul es calma y tranquilidad, por lo que es ideal para los dormitorios. Nos transmitirán esa relajación necesaria para conciliar el sueño y descansar o para concentrarnos mejor en nuestra zona de trabajo. Sin embargo, no debemos abusar de él. Es un color frío y, como tal, puesto en exceso en la decoración, puede provocar un ambiente muy frío. Por lo que es desaconsejable ponerlo en un salón donde uno espera calidez.

Para los espacios de recogimiento, donde uno se encierra a leer o meditar, lo mejor son los tonos morados, lilas o rosados. Mientras que los colores marrones, que nos transmite una cercanía con lo natural, son perfectos para espacios en los que busquemos calidez, como por ejemplo el comedor, centro neurálgico de las reuniones familiares.

Colores cálidos

Con los tonos cálidos y vibrantes debes tener un poco más de cuidado. El amarillo es sinónimo de alegría y optimismo, por lo que uno podría pensar que es perfecto para poner en toda la casa y que ésta rebose felicidad. Sin embargo, al ser un color tan potente, puede satura fácilmente y provocar el efecto contrario, creando un espacio de exaltación y caos.

Igual ocurre con el naranja. Aporta mucha vitalidad, pero es preferible usarlo en pequeñas cantidades. Lo suficiente para que nos aporte esa energía, pero sin excedernos. Apuesta por un toque en el mobiliario o en la ropa de hogar. En esa butaca del despacho o en los cojines del salón.

Y mucho cuidado con el rojo. Es un color que, usado adecuadamente puede resultar muy sorprendente, pero la pasión que transmite puede acabar resultando demasiado violenta. También es mejor utilizarlo dosificado.

Blancos y neutros

Por supuesto, el blanco y los tonos neutros (beigs y grises) son los ideales para conseguir que un espacio que denote orden, limpieza y amplitud. Sin embargo, es mejor combinarlo con otros colores para evitar que la decoración de tu casa resulte demasiado sosa.

Lo ideal es la combinación de colores fríos y cálidos en su justa medida. Los azules, verdes, lilas y rosados es mejor utilizarlos en estancias en las que se busque la paz y la tranquilidad. Lugares como los dormitorios o la oficina. Mientras que los tonos cálidos son perfectos para espacios donde socializar. Despertarán nuestras sensaciones y nos aportarán alegría. ¿Qué tal unos armarios de cocina amarillos o una alfombra naranja en la sala de juego de los niños?

No es necesario pintar y decorar toda la estancia de un solo color. Lo mejor es encontrar el equilibrio perfecto que nos haga sentir a gusto en nuestro propio hogar. La psicología del color es clara, dependiendo del color de nuestra casa, tendremos más o menos calma, descansaremos más o menos, son sentiremos alegres o nos invadirá la tristeza. Así de importantes son los colores. Así que, antes de cambiar el color de una habitación, piensa cómo quieres sentirte en ella para elegir el más adecuado.

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