Las preguntas que has leído justo aquí arriba pretenden invitarte a reflexionar sobre cómo es tu casa, sobre el vínculo que tienes con ella y son para ti. Queremos recalcar esto: son para ti. Y es que, con toda probabilidad, habrás oído un millón de veces aquello de que es necesario que “tu casa hable de ti” pero, ¿a quién?
Lo que te proponemos es que cambies el enfoque y dejes de pensar en lo que tus posibles invitados pensarán de tu casa y te centres en ti y en las personas que conviven contigo. Que adecues tu casa a tu forma de entender el mundo, de vivir, de estar en el día a día y a tus gustos personales. No hacerlo y esperar que la casa guste a los que la visitan es un error que te aleja de lo que realmente necesitas para sentirte a gusto y, como consecuencia, le resta personalidad.
Evita hacer esto:
Cuando colocamos una mesa de comedor “a juego” con la de centro y el mueble TV o introducimos en el dormitorio un cabecero de cama y sumamos dos mesitas de noche “de conjunto” tal y como lo hemos visto en tienda, pasan dos cosas:
la primera, es que el conjunto tiene demasiado peso visual y, si la estancia no es muy amplia, te puede dar la sensación de que está demasiado llena;
la segunda, es que el espacio pierde toda personalidad, ya que se trata de un diseño que no has construido tú.
La solución: compra las piezas de manera individual, dándole el protagonismo a una de ellas y neutralizando el resto. Por ejemplo, puedes colocar un cabecero de bambú -son frescos, ligeros y muy muy bonitos- e introducir unas mesitas de líneas sencillas en color blanco.
Quizás alguna vez te haya pasado esto: entras en una tienda online, te encanta lo que ves y le das clic al botón de “shop the look”. Sin embargo, cuando lo recibes y lo colocas en casa no queda igual… ¿por qué? Porque le falta tu esencia.
La solución: inspírate y compra las piezas que más te gusten y que se ajusten a tus necesidades de uso. Una vez las tengas en casa, valora el resto y busca otras opciones para completar el conjunto introduciendo, a ser posible, algún elemento original que te guste especialmente y que sea más tú: unos cojines de tu color preferido, una mesita auxiliar coqueta y súper práctica que te encaja perfectamente o unas plantas colgantes que vas a colocar en un macetero de macramé que has hecho tú misma. Si te aporta algo bonito, queda bien, ¡prometido!
Esto es consecuencia de lo anterior: a veces, compramos objetos deco porque nos parecen bonitos, sin más. No nos paramos a pensar en si los necesitamos o si nos encajan a nivel de estilo. La consecuencia es que tenemos un montón de cosas de estilos distintos que no combinan entre sí… ¡ni con nosotras!
La solución: crea una base neutra e introduce un segundo estilo a partir de piezas muy bien seleccionadas. Antes de comprar, piensa siempre en si realmente te va a resultar útil, si de verdad te gustará verlo cada día en casa y qué te aporta.
¿Te has fijado que en las fotos de las revistas de decoración siempre aparecen objetos que parecen dejados ahí por azar? Unas gafas de lectura sobre un libro abierto, las zapatillas sobre la alfombra del baño, una mantita “mal puesta” sobre el pie de la cama… Se trata de un recurso estilístico para restar frialdad a las imágenes y transmitir la sensación de “casas vividas”.
Por tanto, no te preocupes si en casa hay algunos objetos que están, aparentemente, fuera de su lugar. No pasa nada por dejar la tostadora sobre la encimera de la cocina si la usas todos los días, si cuelgas fuera del armario un soporte para las tazas o si dejas sobre la mesita auxiliar las cajitas del incienso. Lo que importa es que estén ahí porque has decidido que ese es su lugar y no por dejadez. Estos objetos, dejados a la vista, son un reflejo de tu día a día y de como te gusta estar en casa.
Las luminarias son un elemento eminentemente práctico. En el mercado hay lámparas de todos los estilos y con diseños preciosos, pero en la base para tomar la decisión de introducir una lámpara siempre debe haber una razón funcional. Sin embargo, la luz no sirve únicamente para romper la oscuridad de una estancia o de una zona concreta, sino que también se utiliza para crear atmósferas.
Las lámparas de luz indirecta, las guirnaldas de luz o incluso las velas son recursos que puedes utilizar para crear el ambiente propicio para cada situación. Por ejemplo, no pongas una lámpara de lectura al lado del sofá si donde te gusta leer es en la cama. Si te gusta la idea de tener una luminaria allí, escoge un modelo pensado como luz ambiental. Recuerda: lo importante es que te resulte útil y que te ayude a vivir de la forma que quieres.