Aquí abajo te contamos las ventajas de las plantas artificiales y te damos algunos tips para decorar con ellas y que cumplan con su función de ayudarte a crear un ambiente fresco y… ¡natural!
Siempre estarán igual de bonitas que el primer día.
Puedes colocarlas donde quieras sin preocuparte por las condiciones ambientales de la estancia (cantidad de luz solar, temperatura, humedad…).
El mantenimiento es mínimo: bastará con sumergirlas en un bol con agua y jabón neutro durante un ratito y de vez en cuando para mantenerlas en plena forma.
Están libres de posibles plagas: al no tener olor, los insectos no se sienten atraídos por ellas.
No generan alergias. En el momento de su floración, algunas especies naturales pueden producir alergias debido a la producción de polen. Sin polen, ¡problema erradicado!
Puedes irte de vacaciones sin preocuparte por ellas.
¡La variedad de modelos en el mercado es infinita!
Sí, sí, como lo oyes. No dejes la plantita en el recipiente de plástico en el que la hayas comprado. Trátala como si fuese una planta natural: hazte con un macetero que se ajuste al estilo deco de tu casa pero que, además, sea el apropiado para la especie en su estado natural.
Introduce, también, otros elementos que simulen las necesidades de la especie -como, por ejemplo, musgo o tierra artificial- y pulverízala con agua si el material lo permite. De esta forma, conseguirás un look natural para tu nueva plantita y harás que su aspecto sea 100% realista.
¡Mezcla, mezcla, mezcla! Hazte con varias plantitas de diferentes especies, tamaños, colores y, sobre todo, texturas. Esto último es lo más importante para que el conjunto sea dinámico y se vea aún más realista: ¡y es que la naturaleza es diversa e imperfecta!
Si te apetece, introduce entre ellas una planta natural: escoge una que requiera de pocos cuidados -como la monstera, el potus o el cactus- y mézclala con el resto. Si haces de ella el foco de atención -por su altura o porque el macetero sea el más llamativo, por ejemplo- todas las demás parecerán auténticas.
Las especies de hoja verde suelen verse más realistas que aquellas con flor. Las monstera, el bambú, la palmera areca o la drácena son algunas de las más vistosas y con las que se han conseguido copias (casi) perfectas de lo natural.
Lo decíamos ahí arriba: el mantenimiento que requieren es mínimo pero es importante que evites que se acumule el polvo sobre ellas. Cuídalas un poquito para que cumplan su función de hacer de tu casa un lugar más bonito y acogedor. Límpialas con agua y jabón y luego deja que se sequen bien antes de devolverla a su lugar.
No renuncies a ese olor a fresco tan agradable que desprenden las plantas de interior. En el mercado existen algunos aromatizantes que pueden rociarse sobre las plantas artificiales para simularlo. Algunos aromas -como el puro algodón o el lino lavado- te ayudarán a conseguir una atmósfera fresca, cómoda y limpia. Asegúrate de que no tienen polvo y pulverízalas una o dos veces por semana
¡Por cierto! Generalmente, este tipo de ambientadores también son aptos para textiles: utiliza el mismo ambientador para aromatizar las tapicerías o las cortinas. El resultado es un ambiente con olor a limpio por más tiempo.