Empecemos por sus ventajas. Siempre tendrás un mayor abanico de posibilidades decorativas con el papel pintado que con la pintura. No solo de colores y estampados, sino también de texturas, que le aportarán a tu diseño una calidad difícil de conseguir con la pintura. El papel pintado puede resultar muy elegante y sofisticado, con la elección adecuada
Entre esa gran variedad, también se encuentran los papeles pintados lavables. Perfectos para las habitaciones infantiles en las que habitan pequeños artistas. Son fáciles de limpiar. Basta pasar una esponja o trapo humedecido ligeramente con agua templada con un poco de jabón, y listo.
Además, es perfecto para tapar las imperfecciones de la pared. Sobre todo en las viviendas más antiguas, en las que los bultos o posibles agujeros pueden ser más visibles. Con el papel pintado quedarán ocultos de tu mirada. Para conseguir esa sensación, lo mejor es optar por papeles pintados con un poco de relieve.
A no ser que te aburras con facilidad del color o estampado del papel pintado, es mucho más duradero que la pintura. Ésta última siempre debes repasarlas pasados unos años, mientras que el papel permanece perfecto durante mucho más tiempo.
Lo que hace unos años era un inconveniente para utilizar papel pintado, ahora se ha convertido en una de sus ventajas. Su colocación. Eso sí, dependerá un poco del tipo de papel elegido. No todos son de tan sencilla colocación. Pero la tecnología ha hecho su magia y ya existen en el mercado papeles pintados adhesivos, que no necesitan encolar la pared ni el propio papel.
Más allá de su funcionalidad, lo que hace que el papel pintado sea la opción más acertada es que te permite una gran creatividad a nivel decorativo. Sus texturas, sus estampados y sus acabados permiten crear diseños mucho más impactantes y llamativos. Sobre todo, si lo colocas en una pared determinada, convirtiéndo se en el punto focal de la habitación. O, por qué no, te atreves a incorporarlo en el frontal de algunos armarios. Todo un must.
Una de sus principales desventajas es que su precio es más elevado que el de la pintura. Sin embargo, eso dependerá del tiempo que lo tengas puesto. Como ya hemos explicado, la pintura siempre debes retocarla cada cierto tiempo, mientras que el papel puede durar más de diez años.
A pesar de que existen papeles adhesivos, si resulta que el estampado que te gusta no es así, tendrás algún que otro inconveniente. Resulta mucho más engorroso de colocar, porque debes aplicar cola en las paredes y también en el papel, cuadrar las tiras y evitar las burbujas que inevitablemente se forman. Con ello, perderás mucho tiempo de tu vida. Mucho más que si le das una mano de pintura a la pared. La recomendación es que lo haga un profesional. Sobre todo, si no eres muy manitas.
Debes estar muy seguro del diseño elegido porque, si no te gusta, no puedes hacer como la pintura y darle una capa de otro color. Deberás quitarlo todo y empezar de nuevo, con el consiguiente dispendio económico y de tiempo.
Si no lo cuidas adecuadamente y lo rompes o lo manchas, tendrás un problema. Es muy difícil arreglar una rasgadura en el papel y no resulta fácil quitar ciertas manchas que se adhieren mucho más fácilmente al papel que a la pintura.
Además, si decides quitarlo, debes hacerlo muy bien, evitando que queden pequeños retales que impedirán que la pared quede completamente lisa si quieres pintarla. Y no hablemos de eliminar la cola de la pared. Todo un engorro.