Pocas cosas son tan agradables como meterse en una cama con las sábanas limpias. Sin embargo, si se hace una pequeña encuesta sobre cada cuánto cambia las sábanas cada uno, las respuestas son muy dispares. Algunas de ellas, sorprendentes. Pero los expertos aseguran que lo mejor es lavarlas al menos una vez a la semana. Y utilizar una temperatura de lavado de unos 60º para eliminar todas las bacterias que se hayan podido acumular.
Su explicación es lógica. La cama es uno de los lugares en los que más tiempo pasamos y, aunque no los veas, en ellas se acumulan microorganismos, polvo, caspa, pelos, piel muerta y restos de crema y maquillaje. Así que, una frecuente limpieza es fundamental para mantener la suciedad a raya. Una frecuencia que en verano es bueno aumentar, ya que a todo lo anterior, se le une el aumento del sudor.
Respecto a los nórdicos y las mantas, su frecuencia de lavado no hace falta que sea la misma que las sábanas. Tu cuerpo no tiene tanto contacto con ellas. Sin embargo, tampoco debes descuidar su limpieza. Al menos, debes hacerlo un par de veces al año.
Los grandes olvidados de la cama son las almohadas y el colchón. Debido a la acumulación de polvo, también es necesario limpiarlos de vez en cuando. Cada tres o seis meses es bueno que laves las almohadas. Mientras que el colchón, al menos un par de veces al año es bueno que le hagas una limpieza con vapor o pases concienzudamente el aspirador.
Las toallas, al igual que las sábanas, son un foco de bacterias. Acrecentado en este caso, por la humedad que suele haber en el baño. Es fundamental que cada vez que las uses las seques al sol, para que no acumulen más humedad. Pero eso no es suficiente. Una vez por semana o cada tres usos es bueno lavarlas. Lo mismo que la alfombrilla que usas cada día al salir de la ducha. Es preferible lavarla cada semana o como mucho cada dos.
En la cocina, también hay varios textiles que usamos con frecuencia y que muchas veces no pensamos en lavarlos con la frecuencia que deberíamos. Por ejemplo, los trapos de cocina. En ellos se acumulan muchos microorganismos, por lo que deberías lavarlos siempre tras su uso con una solución desinfectante o a alta temperatura.
El delantal dependerá mucho de si eres un cocinillas o si solo entras en la cocina para abrir la nevera. Si es el primer caso, es bueno limpiarlo, al menos, una vez por semana.
Mientras que el mantel, uno de los textiles que siempre se mancha, quieras o no quieras, es bueno que lo laves tras cada uso.
Aunque creas que no se ensucian, las cortinas y la tapicería de las sillas y el sofá acumulan mucho polvo. Por eso, de vez en cuando, también debes limpiarlos. En el caso de las cortinas deberías hacerlo cada dos o tres meses. Con más frecuencia en los meses de verano, cuando tienes las ventanas abiertas y entra más suciedad del exterior. Mientras que a las tapicerías deberías pasarles un paño húmedo un par de veces al año.
Respecto a las alfombra dependerá un poco de su uso. No es lo mismo una alfombra situada en una habitación en la que apenas entres, que una alfombra en la que tu hijo juegue cada día. Sin embargo, lo normal es aspirarla una vez a la semana y aplicarle una limpieza más a fondo, llevándola a la tintorería, una vez al año.