Su funcionamiento es sencillo. Tan solo debes cargar los pellets en la tolva de la estufa y encenderla fácilmente, pulsando un botón. Los pellets se quemarán, produciendo un calor que será distribuido por toda la estancia, gracias a unos ventiladores situados en su interior.
El combustible que utiliza para su funcionamiento es totalmente natural. Los llamados pellets no son más que madera comprimida procedente de bosques sostenibles, de residuos de aserraderos o de madera reciclada, que se convierte en serrín y se prensa en forma de pequeños cilindros, que serán los que introducirán en la estufa. Hay que tener en cuenta que, cuanto más comprimida esté la madera de los pellets, más eficientes serán, ya que para la misma calor generada necesitarás menos cantidad de pellets. Por tanto, es mucho más sostenible que otros tipos de calefacciones en las que interviene el gas, la electricidad o el petróleo.
En la misma línea en favor del medioambiente, otra de sus ventajas es que produce muchos menos residuos que una estufa de leña, por ejemplo. La ceniza que produce es muy poca y, si la madera de los pellets utilizados es orgánica, puedes reciclar y utilizarla como abono para tus plantas.
Otra de sus ventajas es que resulta mucho más asequible que otro tipo de estufas. La inversión inicial puede ser algo más elevada, pero se amortiza rápidamente por el poco consumo, comparado con su alta eficacia. Los pellets son relativamente baratos comparados con otros combustibles.
Una eficiencia que puede llegar hasta el 90 %, ya que solo una pequeña parte de la energía generada por los gránulos de madera se pierde en la chimenea. Al tiempo que el balance de carbono de la combustión de pellets es cero, ya que la cantidad de carbono emitido durante la combustión es la misma cantidad absorbida por el árbol durante su crecimiento. Contaminan menos el aire y por tanto son más ecológicas.
Además, con las estufas de pellets se puede controlar la temperatura gracias al termostato que incorporan. En algunos casos, incluso programar su encendido y su apagado. Eso sí, debes tener en cuenta que tiene una autonomía de unas 12 horas a plena potencia, lo que significa que debes recargar de vez en cuando, en función de su uso.
Su mayor desventaja es que requiere de mucho mantenimiento. Tanto diariamente, para eliminar la ceniza generada, como semanalmente, aspirando y limpiando los restos que puedan quedar para evitar que nada obstruya el sistema. Además, finalizado el invierno, debes hacer una limpieza más profunda y realizar una revisión anual, en la que probablemente deberás cambiar, cada ciertos años, el encendedor. Todo ello conlleva unos gastos de mantenimiento superiores a los de otros tipos de calefacción.
Por otro lado, necesitas un espacio de almacenamiento de pellets. Y, aunque están compactados y ocupan mucho menos que unos troncos de leña, necesitas un rincón donde guardar los sacos de pellets que puedas necesitar. Unos sacos que suelen ser de unos 15 kilos.
Además, estas estufas pueden ser algo más ruidosas, dado que los ventiladores de su interior, que distribuyen el calor, son mecánicos. Por suerte, en el mercado hay modelos cada vez más silenciosos.
Y a nivel estético no tienen esa calidez como la que puede proporcionar una estufa de leña o una chimenea. Ese fuego crepitante que tanto nos embelesa, aquí no lo verás. Sin embargo, su eficiencia y sostenibilidad compensa con creces su aspecto algo más austero.