Lo primero que debes saber es qué es la temperatura de color. Un concepto que hace referencia al color de la fuente de luz y que se mide en grados Kelvin. A menores grados, la luz se considera más cálida, más cercana a la luz natural del sol, similar a la luz de una vela. A medida que aumentan sus grados, hablamos de luz más fría, mucho más azulada. Mientras que entre ellas hacemos referencia a luz neutra. En términos de grados estaríamos hablando de entre 1.500 a 4.500K para la luz cálida, entre 4.500 y 5.500k de luz neutra, y entre 5.500 y 8.000 es la luz fría.
Las bombillas incandescentes o los halógenos tienen una luz cálida. Mientras que las nuevas tecnologías Led permiten contar con un amplio espectro de temperaturas de color, perfectas para poder jugar y crear el ambiente deseado.
Es un espacio en el que se busca un ambiente acogedor y cálido, pero al mismo tiempo ha de ser un lugar de socialización. Por ello, su luz ideal es más cercana a la cálida, pero sin ser extrema. Es decir, unos 3.000 K para poder sentirnos relajados y cómodos, pero con la suficiente iluminación para poder realizar otras actividades más funcionales propias de esta habitación.
Lo ideal es optar por diferentes luces que se ajusten a cada uno de los rincones del espacio. Una luz más cálida general, para crear ese ambiente acogedor que se busca en el salón, una luz más neutra para poder ver la comida con comodidad en el comedor, y una luz más fría centrada en la zona de lectura, si la hubiera.
En el dormitorio también es importante la dualidad de luces. Por un lado, necesitas una luz más neutra para poder ver claramente los colores de tu ropa, ya que este tipo de luz es la que mejor refleja las tonalidades reales. Y una luz más cálida para usar a la hora de acostarse. Una luz mucho más cálida que te invite a conciliar el sueño más fácilmente.
Lo mejor para el baño es una luz neutra, ya que su acercamiento a la luz fría da sensación de frescura y limpieza, ideal para esta zona del hogar. Pero no tan fría como para distorsionar las tonalidades y que no seamos capaces de maquillarnos correctamente, por ejemplo. Así que una tonalidad neutra, entre 3.300 y los 5.000K, será lo mejor.
Las cocinas son espacios en los que se va a cocinar. Así que son zonas de manipulación de alimentos que necesitan de una luz fría para poder trabajar con comodidad y con mayor visibilidad. Además, esa luz es la que nos estimula y nos mantiene más despiertos para poder cocinar los mejores manjares con precisión.
Ambos son lugares de paso que no requieren de una luz muy específica, ya que suele encenderse y apagarse con frecuencia y por poco espacio de tiempo. Sin embargo, ya que buscamos crear casas acogedoras y agradables, es buena idea optar por luces más cálidas para estas zonas. Además, su ausencia de luz natural los hacen espacios propicios para incorporar una luz cálida que se asemeje a esa luz solar de la que carecen.
En las zonas de trabajo o en ese pequeño escritorio creado para teletrabajar tras la pandemia, necesitas estar despejado y concentrado. Así que lo mejor es optar por una luz fría que te mantenga despierto y alerta. Luces cercanas a los 4.000K o más para no entrar en los brazos de Morfeo o perder el interés por tu trabajo.
