Primero de todo has de tener en cuenta dónde se encuentra. No es lo mismo tener la suerte de poder ubicarlo en una estancia en la que solo estará el lavadero propiamente, que tener que colocarlo en la cocina, el baño o en cualquier otro lugar de la casa. En estos últimos casos, lo mejor es esconderlo. Es decir, que la lavadora, la secadora y los productos que vas a utilizar no estén a la vista. Por ello, lo mejor es utilizar puertas o armarios cerrados que los separen del resto de la estancia y no arruinen su decoración.
Ten en cuenta que las puertas que coloques no deben entorpecer el acceso a los electrodomésticos. Una de las máximas de todo buen lavadero es su funcionalidad. No es un espacio que quieras lucir ni enseñar, tan solo es algo práctico que necesitas utilizar.
Si tienes la suerte de contar con una habitación solo para el lavadero, las posibilidades decorativas aumentan exponencialmente. Tendrás más espacio de almacenaje, podrás añadirle tendederos e incluso un fregadero, tan útil para prelavar aquellas prendas de tu colada más sucias.
Sea de una forma u otra, lo importante es aprovechar al máximo el espacio con el que cuentas. Si es muy pequeño, baraja la posibilidad de colocar lavadora y secadora una encima de la otra. Ahorrarás espacio y, junto a ellas, quizás puedas colocar un pequeño armario donde guardar detergente, suavizante y demás.
También puedes optar por baldas en la pared en las que puedes colocar cestas y cajas donde organizar los enseres que necesitas para lavar. Aprovecha la balda de más abajo para situar en su parte inferior un colgador. Te será útil para secar algunas prendas o para colgar las camisas recién planchadas.
Si tienes espacio suficiente, usa un pequeño rincón para colocar la plancha, su tabla y una pequeña bandeja donde situar la ropa que está a la espera de planchado. No olvides un cesto para la ropa sucia. Si puedes, utiliza más de uno, en función del color de la ropa. Así te será más fácil organizar las lavadoras. Y piensa en algún pequeño tendedero para aquellos días de lluvia que hacen que tengas que secar la ropa delicada en el interior.
Al ser un lugar generalmente pequeño y en el que está implícito el término limpieza, es buena idea optar por colores claros en sus paredes. Un blanco impoluto y tonos neutros o pastel son ideales para dar esa sensación de amplitud y pulcritud que todo lavadero debe tener.
Por la misma razón, al ser un espacio de pocas dimensiones, puedes jugar un poco con la creatividad y atreverte a utilizar elementos que sorprendan y le aporten un plus a la decoración. ¿Qué tal si utilizas un papel pintado de pared en el fondo del armario? Intenta que sea un poco llamativo por aquello de que no resulte muy aburrido. También puedes optar por electrodomésticos de colores e incluso puedes encontrar vinilos decorados para que tu lavadora luzca a cuadros y tu secadora a topos. Solo es cuestión de atreverte para hacer tu lavadero mucho más divertido.
Otra forma de tener un punto focal que sorprenda, es con el suelo. Unas baldosas hidráulicas de colores o una alfombra llamativa con estampado geométrico pueden ser tu mejor aliado.
Aunque no sea un lugar que suelas enseñar, siempre puedes decorarlo con algún cuadro en la pared, una lámpara metálica o una cortina llamativa. De esta forma, no te importará que se vea, aunque la puerta quede abierta.
Por último juega con los complementos y procura ser original. Coloca las pinzas de tender en jarrones de cristal, compra alguna lata vintage donde guardar el detergente en polvo o utiliza botellas de estilo de botica antigua para llenarlas de suavizante y detergente líquido. Lo importante es que sea funcional, pero un poco llamativo y divertido. Lo suficiente para no volver a odiar el momento de lavar la ropa.
