A todos nos gusta tener un poquito de naturaleza a nuestra vera, así que el césped natural es una buena forma de conseguirla. Ese acercamiento a la naturaleza nos proporciona bienestar y reduce el estrés, según varios estudios. Además, es agradable al tacto, mullidito y confortable. Perfecto para colocarlo junto a la piscina y tumbarse en él para tomar el sol y relajarse.
En verano, además es muy bueno para disipar el calor, por lo que refresca el ambiente. Y es un buen agente de absorción, tanto de la polución, como de los ruidos.
El coste económico de su instalación es mucho más reducido que la instalación del césped artificial. Sin embargo, y ahí van los inconvenientes, a la larga necesitan de mucho más mantenimiento y resulta mucho más caro, ya que necesita de mucha agua y de alguien que se ocupe de cortarlo y cuidarlo. Se necesita regar, cortar, abonar, replantar, quitar las malas hierbas… y si tú no te ves capaz de hacerlo, necesitarás la ayuda de un jardinero.
El clima tampoco va a su favor. En zonas muy secas, necesita de mucha agua para mantenerse verde, y en invierno puede congelarse y estropearse. En tiempos de sequía como la actual, no es nada aconsejable, ya que necesitan de mucha agua y tira por tierra todos los parámetros de sostenibilidad.
Tampoco le gusta mucho el tránsito de personas sobre él. Si eres de los que les gusta hacer fiestas en verano, olvídate del césped natural. Se estropea con mucha más facilidad y necesitará de muchos más cuidados y replantaciones si quieres mantenerlo en perfecto estado.
Su principal ventaja es que no requiere de mucho mantenimiento. Con simples cuidados básicos de limpieza, basta. No gasta agua, ni necesitas a nadie que te lo cuide, lo corte o abone. Se puede instalar en todo tipo de superficies y aguanta todo tipo de climas, ya que es resistente a los rayos UV, no se estropea con el agua y siempre se mantendrá verde, sea invierno o verano. Además, al ser sintético no acumula bacterias ni sufre plagas de insectos de ningún tipo.
Es perfecto si hay mascotas en casa, ya que se limpia con relativa facilidad. También es bueno para soportar el trasiego y los juegos de los más pequeños.
Al contrario que el césped natural, el artificial soporta todo tipo de idas y venidas, incluidas tus fiestas veraniegas junto a la piscina, sin tener que hacer nada para mantenerlo impoluto, terminada la juerga.
Su mayor inconveniente es que es sintético y, por tanto, el efecto naturaleza desaparece por completo. Cada vez, su apariencia es más natural, pero, seamos sinceros, nunca llegará a la altura del natural en cuestión de tacto, colores y sensaciones.
También es mucho más costosa su instalación, tanto económicamente como porque su colocación requiere de un profesional. Se necesita eliminar toda la maleza, rellenar con grava y arena para facilitar la filtración de agua, para finalizar colocándolo en una superficie nivelada, para que el césped artificial se asiente correctamente.
No necesita tantos cuidados como el natural, pero sí que debes mantenerlo limpio si quieres que luzca bonito y cepillarlo de vez en cuando. Y, con mascotas en casa, es bueno que lo desinfectes de vez en cuando. En el natural los residuos orgánicos se descomponen por sí solos y terminan en el sustrato. Aquí no, debes eliminarlos tú.
En verano debes tener cuidado si lo pisas descalzo y está a pleno sol. El césped artificial, a diferencia del natural, no transpira y por tanto, se puede quemar. Ten cuidado.
Al ir anclado en el suelo, no es bueno situarlo en lugares de mucha pendiente, porque la arena que se coloca bajo él para nivelarlo, puede desplazarse y acabar deslizándose.
¿Tienes claro ya por cuál decantarte? Básicamente depende de tu situación. Si eres un manita en el cuidado de plantas, si tienes niños o mascotas, si lo quieres tener perfecto todo el año o de tu presupuesto. Ambos tienen sus ventajas y también sus desventajas. Solo debes elegir qué inconvenientes te molestan menos.