Al ser más gruesas muchas personas creen que solo son eficientes en invierno, para evitar que las bajas temperaturas de fuera penetren el tu vivienda. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Las cortinas térmicas son igual de eficaces en verano, ya que evitan que el calor exterior se adentre en tu casa. Ellas por sí mismas no brindan ni calor, ni frío. Simplemente funcionan como aislantes de la temperatura exterior.
Son una forma eficiente de reducir el gasto energético, ya que permiten reducir la factura en calefacción hasta un 40% o rebajar hasta 5 grados la temperatura en verano.
Para que funcionen correctamente deben tener un ancho y un largo que sea lo suficientemente amplio para que cubra perfectamente el ventanal e incluso la caja de la persiana, ya que por sus rendijas se puede colar el frío o el calor.
Generalmente son de tres capas, aunque en algunos casos pueden llegar hasta cuatro. Pero, normalmente están formadas por una capa superficial, que es la que decora la estancia, realizada en algodón, lino, lana, seda o poliéster. Una capa intermedia que suele estar hecha de algodón grueso, espuma, fieltro o franela. Y una capa exterior, que es la que da a la ventana o al balcón, que suelen estar fabricadas en algodón, vinilo, película reflectante u otros materiales que protejan de la luz solar y actúen de barrera de condensación.
Su diseño, así como su caída, suele crear pliegues para que resulte más efectiva a la hora de conservar la temperatura, ya que el frío o el calor se quedan atrapados en esos espacios que crean las ondas.
Su eficacia está en función de su grosor. A mayor espesor, mayor aislamiento. Así como al material en la que ha sido confeccionada, ya que algunos tejidos son más aislantes que otros.
Su ventaja es que, además de aislar térmicamente tu hogar, bloquea la luz solar y los rayos UV perjudiciales, y también ayudan a reducir el ruido exterior. Así que son perfectas para los dormitorios, ya que te aíslan del frío, del calor, y de los ruidos molestos de algunos vecinos.
Su precio es más elevado que el de una cortina convencional, pero sus ventajas son tantas, que vale la pena. La única desventaja que pueden tener es su estética, ya que, dado que deben ser gruesas para poder aislar correctamente, su fluidez y delicadeza se puede ver mermada. Lo ideal es poder combinarla con otros visillos más elegantes y correr las cortinas térmicas solo cuando sea necesario.
Su eficacia ha sido más que probada, pero si no te convencen puedes optar por utilizar cortinas convencionales más gruesas, fabricadas en lana, en paño o franela. No serán, ni mucho menos tan aislantes, pero pueden ayudar algo. Eso sí, al llegar el verano deberás cambiarlas si no quieres morirte de calor con tanta lana. Cosa que no tendrás que hacer con las cortinas térmicas, ya que aíslan perfectamente tanto del frío como del calor.
Así que si estás pensando en cambiar las cortinas de tu casa, no descartes la posibilidad de adquirir unas cortinas térmicas. Ahorrarás en la factura de la calefacción en invierno y del aire acondicionado en verano, evitarás que la exposición a los rayos del sol estropee muebles y tejidos decorativos, estarás a salvo de miradas indiscretas y no escucharás las juergas de tu vecino del quinto. ¿Se puede pedir más para un elemento tan simple como una cortina?