Si ésta no es adecuada, provocará que forcemos nuestros ojos. Y si eso se repite de forma continuada, puede acarrear problemas, como la falta de concentración, fatiga, dolor de cabeza, estrés o patologías oculares más graves.
Pero, ¿cómo podemos conseguir el confort visual en nuestro hogar? La solución es relativamente sencilla. Debes adaptar la iluminación de cada habitación en función de las tareas que realizas en ellas. De manera, que al hacerlas, te sientas cómodo con la luz que tienes. Que no sea demasiado excesiva, ni sea demasiada sutil. Porque, tanto una cosa como otra, puede hacer que fuerces la funcionalidad de tus ojos, con los consiguientes problemas que ello conlleva.
No es la misma la luz que necesitas para maquillarte, que la que necesitas para ponerte el pijama e irte a dormir. Cada espacio debe contar con la iluminación más adecuada a su función. Con una temperatura de color, más cálida o más fría, dependiendo de si lo que buscamos es confort y relax, o necesitamos actividad.
De igual forma, la intensidad de la luz también debe estar relacionada con esas tareas. Más tenue para ver la televisión o antes de dormir, o más intensa en las zonas de trabajo.
Las lámparas que elijas para la decoración de tu hogar deben adaptarse a cada una de esas circunstancias. Procurando siempre contar con más de un punto de luz en una misma habitación, para encender o apagar cada una de las lámparas, en función de tus necesidades.
Uniforme y homogénea en toda la zona que se quiera iluminar. No vale iluminar una parte del salón, que parezca un campo de fútbol, y otra parte en la que tienes que ir a tientas.
Es importante que tus ojos se adapten correctamente a la luz. No es nada bueno para ellos tener que abrir y cerrar las pupilas repetidamente, porque cada una de las zonas de tu salón tiene una luz de intensidad diferente.
Aunque no te lo creas, aquí debes tener en cuenta el brillo y el color de algunas de las superficies de tu decoración. Siempre hemos dicho que los espejos son los mejores aliados a la hora de reflejar la luz natural que entra por las ventanas. Pero, cuidado. También pueden ser fuente de deslumbramiento si se colocan en el camino de una luz artificial.
Igual ocurre con superficies muy brillantes, donde el reflejo de la luz puede ocasionar destellos que no son nada buenos para el confort visual de tu casa.
Eso, déjaselo a los bares de copas o a las discotecas. Tu hogar debe ser tu refugio y tu lugar de sosiego y calma, así que evita luces intermitentes que provocarán que tus ojos tengan que trabajar más de la cuenta y no permitirán relajarte.
Tan importante como la lámpara que elijas, es la elección de los colores de las paredes y muebles de tu hogar. Ya sean más neutros o más llamativos, procura evitar las combinaciones extravagantes e imposibles que, literalmente, hacen daño a la vista.
La luz natural es buena para nuestra salud. Así que siempre que puedas aprovéchala y evita la luz artificial. Esta última es un complemento necesario para la ausencia de luz, pero no le des la espalda al sol. Sobre todo, en una zona de trabajo. Es la mejor luz con la que puedes contar, ya que es tu luz vital. Y aunque no lo creas, ayudará a relajarte y a no forzar tanto tus ojos.