Decorar con piezas de arte es una forma de imponer carácter a tu hogar, pero no te vuelvas loco colocando cuadros por doquier y esculturas por cada esquina. No es plan de que tu casa se convierta en un museo. El arte en un hogar es bueno, pero en su justa medida.
Observar arte siempre hace aflorar emociones. Por ello, es importante que la pieza elegida te transmita todo aquello que te haga sentir bien. Un sentimiento de alegría, de admiración, de sorpresa…lo que sea, pero que te emocione.
Una vez elegida, deberás buscarle un lugar especial en tu hogar. Sobre todo, no la coloques camuflada entre otros elementos decorativos. Es una pieza importante que debes resaltar, situándola en un espacio en la que la puedas admirar. Indistintamente de que sea el salón, el comedor, en la intimidad de tu habitación o incluso en el baño.
Debes darle el protagonismo que se merece, dejando aire a su alrededor, y teniendo muy en cuenta su tamaño. Si es una pieza grande, que no ocupe todo el espacio porque parecerá asfixiar la estancia. Y si es pequeña, destácala de alguna forma para que no quede diluida entre otros objetos decorativos de la habitación.
Es importante colocarla en un espacio adecuado que no pueda estropearla. Elige el mejor ambiente para ella. Que no esté cerca de la luz del sol, ni de zonas de mucho calor o frío que puedan dañarla de alguna manera.
No es imprescindible que la obra de arte se encuentre sola en una habitación, sin compañeras de la misma magnitud. Solo deberás tener en cuenta que todas las obras elegidas para un mismo espacio combinen y se adecuen las unas a las otras. A veces, un par de obras juntas se complementan a la perfección y crean un ambiente mucho más sofisticado que si hubiese una sola. Sin embargo, dos cuadros muy dispares entre sí, a pesar de ser dos grandes obras de arte, pueden afear la esencia de cada uno de ellos y estropear la composición.
En el caso de los cuadros, procura que su marco sea acorde al estilo pictórico y que éste no reste protagonismo a la obra. No es lo mismo un paisaje de la campiña inglesa, que una pintura abstracta con vivos colores. Al primero le van bien los marcos más gruesos, ornamentados o de madera noble. Mientras que para la segunda opción, son preferibles los perfiles más lisos y sencillos.
Algo que también debes tener en cuenta a la hora de elegir una obra de arte para tu casa es el estilo que impera en tu decoración. A no ser que sea una casa muy clásica, es mejor optar por arte contemporáneo que se ajuste más a los estilos que son actualmente tendencia.
También es importante tener en cuenta la tonalidad de la obra de arte. Ya sea una obra pictórica, una escultura o un tapiz, sus colores deben adecuarse a la decoración del resto de la estancia. Pueden ser de tonalidades parecidas o totalmente opuestas, pero con sintonía cromática.
Si la obra de arte es muy importante, es bueno decorar a partir de ella. Pintando las paredes del color adecuado y eligiendo unos muebles y elementos decorativos que se ajusten a su estilo. Al fin y al cabo, ella es la protagonista.
No importa donde la sitúes, siempre que destaque. El recibidor es un buen lugar, ya que da la bienvenida a las visitas y muestra, en primera instancia, cuál es tu personalidad. El salón y el comedor es donde, quizás, podrán ser más admiradas por aquello de ser el lugar donde más tiempo pasamos. Pero también puedes optar por admirarla en la intimidad de tu dormitorio o para incorporarla a esos pasillos y distribuidores que no sabes nunca cómo decorar. Sea donde sea, lo importante es tener arte en tu vida.