El paso previo es cambiar el enfoque: hay que dejar de ver el trastero como el sitio en el que dejamos todo lo que no nos cabe en casa -sin saber si volveremos a utilizarlo o no-, y pasar a entenderlo como un espacio más de la casa que nos garantiza un espacio de almacenaje extra y que, por tanto, nos ayuda a mantener el orden y los espacios despejados. Visto así, tener un trastero se convierte en súper lujo alineado con nuestra máxima de “a mayor orden, mayor calma mental”: recuerda que ese es siempre el objetivo último del interiorismo.
Las organizadoras profesionales afirman que la mayoría de los trastos son objetos sobre los que, por el motivo que sea, postergamos la decisión de conservarlos o deshacernos de ellos. Para cada una de las cosas que encuentres en el trastero, tómate unos segundos y piensa en lo que quieres hacer con ella: conservarlo -y, por tanto, darle un uso y un espacio- o deshacerte (venderlo, regalarlo o tirarlo). Ahí van algunos ejemplos para ayudarte a reflexionar.
Se quedan:
cosas útiles que utilizamos de manera esporádica: maletas, herramientas, máquina de coser, juegos de mesa, árbol y adornos de Navidad, etc.
objetos muy grandes: bicicletas, patinetes, cortadora de césped…
artículos que tienen un valor emocional para ti pero que ocupan mucho espacio: álbumes de fotos, la máquina de escribir o un teléfono antiguo, recuerdos de viajes, etc.
Se van:
los “por si acaso”: esas cosas que, siendo honestas, sabes que no vas a volver a usar (ropa que o no te gusta o no te va bien, apuntes de la carrera que no vas a releer…)
cosas que hace más de un año que no usas
cosas de los peques que ya no necesitan (y que pueden aprovechar otros niños)
equipamiento para hobbies que no te gustaron y que no volverás a practicar (caballete para pintar, máquina de coser, libros y artículos de magia, mesa de mezclas...)
cosas que, al verlas, ni recordabas que estaban ahí guardadas
Lo decíamos más arriba: el trastero es una extensión de tu casa y, por tanto, tienes que distribuirlo, equiparlo y amueblarlo con el mismo cuidado con el que lo harías en cualquier otra estancia. El objetivo es que este espacio deje de ser un lugar medio a oscuras en el que casi no puedes ni poner un pie y en donde no sabes muy bien donde encontrar aquello que has ido a buscar (seguro que esto te ha pasado en algún momento, ¡aquí puedes confesarlo!)
Empieza por valorar el espacio disponible (la forma que tiene y los metros cuadrados) y la cantidad de cosas que tienes para guardar. Ten en cuenta en que debes poder moverte cómodamente por el interior, así es que no lo llenes por completo: deja un pequeño pasillo libre para que entrar, coger o dejar lo que necesites sea fácil y rápido.
Hay una enorme variedad de mobiliario para almacenaje de trasteros en el mercado: desde estanterías metálicas o de madera, armarios, arcones y baúles de resina, ganchos para bicicletas, mesas y paneles para herramientas… La gran mayoría tienen la ventaja de ser modulares y adaptables, por lo que es muy fácil crear una solución casi a medida en función de tus necesidades.
Clasifica los objetos que tienes que colocar teniendo en cuenta dos criterios: la frecuencia de uso y el peso.
Coloca al fondo de estanterías y armarios aquellas cosas que utilizas con menor frecuencia y reserva las partes de delante para todo aquello que sí usas habitualmente pero no puedes guardar en otros espacios de la casa.
Ten en cuenta también el peso: si colocas cosas pesadas arriba porque las usas poco, puedes hacerte daño al bajarlas o necesitar ayuda. Es más cómodo que, en este caso, las dejes abajo y al fondo. Reserva las partes de arriba para cosas más ligeras que no te suponga un problema tener que bajarlas en un momento dado.
Clasifica por tipologías los objetos pequeños y guárdalos en cajas etiquetadas. Una buena opción es optar por algún modelo de caja apilable: suelen ser más resistentes y, además, puedes apilarlas directamente desde el suelo.
También puedes optar por cajas transparentes. De esta forma verás rápidamente su contenido sin tener que mirar la etiqueta o abrirlas una a una hasta encontrar lo que necesitas. En este caso, se genera un poquito de ruido visual porque, aún estando en cajas, los objetos están a la vista. Pero no te preocupes, lo más importante en este caso es la funcionalidad.
Para que sea funcional, el trastero también tiene que estar bien iluminado. Si es grande y solo tienes un punto de luz central, puedes instalar algunos focos dirigidos a las estanterías: este es el sistema que utilizan las tiendas para que veas todos sus productos, ¡cópialo!
Para que toooooodo este trabajo sea útil, es imprescindible mantener el orden del trastero en el tiempo. Solo necesitas incorporar el hábito de dejar cada cosa en su lugar una vez ya no la necesites y preguntarte siempre antes de introducir algo nuevo por qué vas a guardarlo y si te compensa el espacio que va a ocupar y que podrías utilizar para otras cosas. Haz una revisión periódica de lo que tienes para asegurarte de que no acumulas trastos y ¡a disfrutar de la paz mental que te aporta el orden!