Y es que zonificar no es otra cosa que dividir visualmente el espacio en diferentes áreas en función de las actividades que se realizan en ellas. Lo más común es pensar en el salón, en dónde se incluye la zona de estar, el comedor y, en ocasiones, la cocina abierta, un rincón de lectura o una mini zona de trabajo. Sin embargo, la zonificación o división del espacio puede (¡y debe!) realizarse en todas las estancias. Fíjate en estas áreas:
dormitorio principal: zonas de descanso, de vestidor, de tocador…
dormitorio infantil/juvenil: zonas de descanso, de vestidor, de estudio, de juego…
cocina: zonas de preparación y cocción de alimentos, de despensa, de office…
baño: zonas de tocador, de ducha, de almacenaje…
¿Lo ves? Haz, estancia por estancia, un listado de las actividades que realizas en cada una de ellas para (re)organizar el espacio en función de esos usos. Piensa en cuantos m2 necesitas para cada uno dando prioridad a los más habituales y luego amuebla y decora para que, visualmente, cada una de esas áreas quede diferenciada del resto.
Aquí abajo te damos 5 ideas prácticas y, sobre todo, muy fáciles de aplicar para que te inspires y puedas empezar con la reorganización del espacio nada más acabar la lectura. ¿Nos contarás cómo ha ido?
Ilumina de manera individualizada cada zona reservando las luminarias que proporcionen una mayor intensidad lumínica para aquellas zonas de trabajo que lo requieran (zona de cocción en la cocina, mesas de trabajo o estudio, espejo sobre el lavabo…) y las de menor intensidad para crear atmósferas más íntimas en los espacios pensados para el relax (sala de estar, bañera, zona de cama...).
Luego, refuerza la sensación de zona destacando algunas áreas con una luminaria especialmente bonita o llamativa. Por ejemplo, puedes colgar una lámpara suspendida sobre la mesa de comedor para marcar el lugar exacto en que esta se encuentra y delimitar el área de comedor; o colocar una lámpara de pie con una pantalla llamativa en el recibidor para establecer un límite con el resto de la vivienda.
Las alfombras son una de las formas más fáciles -¡y estilosas! de delimitar zonas dentro de una estancia como, por ejemplo, el salón del comedor. Puedes utilizarla en una única zona -en cuyo caso debería ser la más grande, como el área de sofás en el salón- o usar una para cada zona (una para el estar y otra para enmarcar la mesa de comedor, por ejemplo). Si optas por esta segunda opción, asegúrate de que sean de un material y un aspecto diferente: una puede ser en fibras naturales y de colores neutros y la otra de lana y con un estampado colorido.
Ni te imaginas el enorme poder que tienen unos sencillos cojines. Puedes optar por cojines de suelo o, simplemente, por unos de grandes dimensiones (60 x 60 cm) y que estén muy muy mulliditos. Coloca al menos dos y ubícalos en el extremo de la zona que quieras delimitar. Por ejemplo, en la pared opuesta al sofá te ayudaran a cerrar la sala de estar respecto al comedor.
Ten esto en cuenta: el respaldo del sofá, los pies de la cama o una librería sin trasera pueden funcionar como un tabique imaginario y convertirse en el soporte de una mesa de trabajo o de comedor, de una mini-biblioteca, de una butaquita en la que sentarte a tejer… Asegúrate de que esa parte posterior del mueble está bien cuidada y aprovéchala.
Zamioculcas, Sansevierias, Monsteras… todas estas especies XXL son unas aliadas perfectas a la hora de zonificar el espacio. Además de aportar color y frescura al ambiente, son una forma tremendamente fácil de separar ambientes: puedes colocarlas en maceteros de una sola planta si optas por una especie de gran formato o, si lo prefieres, colocar un macetero múltiple y crear un mini-jardín interior. Ponlo en el límite de la zona ¡y listos! Siempre estarás a tiempo de reubicarla si cambias de opinión. ¡Por cierto! Si vas a colocarla en el centro de la sala, asegúrate de que el lugar es adecuado a las condiciones lumínicas que tu plantita necesita para vivir.