Y es que, más allá de producir malos olores, ensuciar las paredes o estropear los muebles (¡lo cual ya es un problema!) vivir en un ambiente húmedo puede provocar en nosotros problemas respiratorios (asma o tos crónica, por ejemplo), alergias, dolor de huesos, etc. Así es que vamos a ponerle remedio a este asunto en un abrir y cerrar de ojos: solo tienes que seguir los tres consejos que te recordamos a continuación para que tu casa siga siendo un lugar seguro, saludable y libre de humedades en el que sentirte la mar de bien.
Ventilar es siempre el primer paso imprescindible. Abrir las ventanas cada mañana (incluída la del baño) durante 15 minutos supone un verdadero ritual detox para tu casa. Al hacerlo, el aire del interior se oxigena reduciendo la concentración de CO2, se regula la humedad del ambiente y, además, se reduce el polvo, ya que las partículas en suspensión son arrastradas por la corriente. Haz que este gesto forme parte de tu rutina diaria tanto en verano como en invierno: el ambiente de tu casa agradecerá este pequeño esfuerzo en la época de frío.
¡Llena la casa de plantas! No solo son bonitas, sino que entre los múltiples beneficios de tenerlas en casa, ayudan a purificar el aire interior. Sin embargo, tienes que tener cuidado con aquellas que eliges, ya que no todas las especies son adecuadas: las palmeras de bambú, las hiedra o la aspidistra son perfectas !y muy muy decorativas!
Con sal gorda: tiene una enooooorme capacidad de absorción. Se utiliza, especialmente, como remedio casero contra las humedades en paredes. Coloca un kilo de sal en un recipiente plano y ubícalo junto a la pared afectada. Pasados unos días, verás como ha cambiado de color y se ha vuelto húmeda al tacto: cuando empiece a ennegrecerse, habrá llegado el momento de sustituirla. Repite el proceso tantas veces como sea necesario.
Con arroz: coloca un puñadito de arroz en varias bolsitas de tela (también sirven las bolsitas para las infusiones a granel) y mételas en los cajones de los armarios: absorberán la humedad y los posibles malos olores. Sustitúyelas cada dos semanas.
Con bicarbonato: es la solución cuando el moho ya ha aparecido. Disuelve una cucharada sopera de bicarbonato en un litro de agua y retira el moho con la ayuda de una esponja. Luego, seca bien la zona con un paño de algodón y ventila la estancia.