Nos presentó un salón comedor de 30 metros cuadrados que quería decorar. La dificultad del espacio era que contaba con una columna en mitad de la estancia, un hueco en una esquina, hasta entonces totalmente desaprovechado, y debía conjugar todo con una cocina abierta al salón.
Una de las paredes de la estancia estaba pintada en un verde intenso. Un tono que se ha querido conservar, usándolo en algunas pinceladas decorativas para dar color al proyecto.
El resultado es un espacio moderno, acogedor y relajado que ha sumado una nueva funcionalidad a sus metros cuadrados. Una encantadora zona de escritorio.
La columna que tanto nos molestaba, ahora es una de las piezas que delimita la zona del salón del comedor. Pintada del mismo tono que las paredes, pasa casi desapercibida. Unos tonos neutros y claros, que ayudan a reflejar la luz y aportan mucha luminosidad.
En la zona del salón se han colocado un par de sofás de dos plazas, en color gris, enfrentados, separados por un par de mesas auxiliares circulares muy originales de madera de chapa de roble y patas metálicas en negro. Esta zona está delimitada por una confortable alfombra en color crema con diseños en relieve, flanqueada en los dos lados en los que no hay un sofá por un pequeño mueble bajo en madera y color blanco, y por dos butacas vintage en color verde caqui, que dan el toque de color a la zona de descanso.
La pared situada tras uno de los sofás está revestida por paneles acústicos de listones de madera que, además de mitigar el sonido, ocupan toda la pared hasta la cocina, aportando mucha modernidad y calidez.
Cojines del mismo tono que las butacas, situados en ambos sofás, y un par de plantas acaban de conformar esta zona.
La zona del comedor resulta igual de moderna, con una mesa en madera clara y patas metálicas en negro rodeada de sillas con la misma estructura metálica, y tapizadas en chenilla beige, al igual que un par de taburetes situados en la península de la cocina abierta.
Para cohesionar los toques negros, tanto de la mesa y las sillas del comedor, como de las mesas auxiliares del salón, se ha pensado en un colgante de algodón trenzado también en color negro.
A esta zona se le han añadido tres de espejos de pie colgados de la pared que, además de decorar, ayudan a reflejar la luz que entra por las ventanas, aportando mucha más luminosidad, tanto a esta zona como a la cocina. La zona se remata nuevamente con un par de plantas exuberantes, que vuelven a aportar ese toque de naturaleza y ese tono verde que cohesiona y forma parte de este bonito diseño de interiores.
Unos 30 metros cuadrados muy bien utilizados que se han rematado con una encantadora zona de trabajo. Se ha situado en una esquina en la que quedaba un hueco prácticamente inutilizable. Pero Patricia Ruiz, la diseñadora de este proyecto, no ha querido desaprovecharlo. Tan solo ha colocado un pequeño y original escritorio de madera y blanco, con una silla del mismo verde que las butacas del salón. De nuevo, incorporando ese guiño verde que recuerda a la pared original.
En este minúsculo espacio también tiene cabida un par de pequeñas plantas. Otro elemento que se repite a lo largo de todas las zonas de este salón comedor, para aportar más toques de color y cohesionar una decoración que destaca por los tonos neutros y suaves.